Para que el horror sea perfecto, César, acosado al pie de una estatua por los impacientes puñales de sus amigos, descubre entre las caras y los aceros la de Marco Junio Bruto, su protegido, acaso su hijo, y ya no se defiende y exclama: "Tú también, hijo mío!" Shakesperare y Quevedo recogen el patético grito.
Al destino le agradan las repeticiones, las variantes, las simetrías; diecinueve siglos después, en el sur de la provincia de Buenos Aires, un gaucho es agredido por otros gauchos y, al caer, reconoce a un ahijado suyo y le dice con mansa reconvención y lenta sorpresa (estas palabras hay que oírlas, no leerlas): "¡Pero, che!" Lo matan y no sabe que muere para que se repita una escena.
Jorge Luis Borges, El hacedor, Buenos Aires, 1960.
Semana de Argentina
Todo un clásico el texto y el autor
ResponderEliminarUn saludo a todo el comité editorial
Este cuento breve de Borges es maravilloso.
ResponderEliminarPero no sólo éso...también es emblemático, porque resume su idea de la repetición de las escenas en la historia.
Su teoría de la existencia circular se refleja en este cuento, más que en cualquier otro.
Gracias por traerlo a la palestra.
Beso grande
SIL
La idea de lo circular, siempre me ha parecido genial, no sólo en este caso. Sin embargo, creo, lo más significativo del texto es que Borges recurra a un hecho real tomado por muchos autores y lo haga suyo.
ResponderEliminarDe nuevo, un gran acierto.
Muy Borges: una bola de claro cristal cargada de siniestras sugerencias.
ResponderEliminarUn clásico borgeano, acertadísima elección para comenzar esta 'semana argentina'
ResponderEliminarLas palabras, la historia, el tiempo, de todo se adueña el escritor para luego entregárnoslo enriquecido.