Muchas veces se dice que
leer, entre otras cosas, es como viajar (en el tiempo, en el espacio
o en cualquier otra dimensión) y en el caso de La aldea de F.
esta afirmación es más cierta que nunca. Abrir este libro, escrito
a ocho manos por Eva Díaz Riobello, Isabel González González,
Teresa Serván e Isabel Wagemann, supone emprender un viaje a una
aldea imaginaria, pero muy real, ideada y construida a partir del
cuento “El guardagujas” de Juan José Arreola. Un lugar en medio
del desierto, edificado a base de despojos y chatarra, cargado de
misterio, soledad y leyenda. De todos modos, además del evidente
homenaje a Juan José Arreola, muchos de los microrrelatos que forman el libro rinden
tributo, mediante guiños, versiones o réplicas, a otros muchos
autores, como pueden ser Ana María Shua, Oliverio Girondo, AndrésNeuman o Raúl Brasca, por poner unos pocos ejemplos.
¿Un libro escrito a ocho
manos? ¿Y a quién se le ha ocurrido unir a estas cuatro escritoras para
algo así? Pues ni más ni menos que a Clara Obligado. ¿Y por qué?
Porque, como la misma Clara nos explica en el prólogo, “pensé que
tenía que ponerlas en contacto ya que sus textos dialogaban
naturalmente y había en ellas una voz peculiar que me hacía sentir
una poética común”. Y así es, ya que el centenar y medio de
microrrelatos que forman el libro pueden leerse de manera individual,
pero las relaciones que se establecen entre ellos nos permiten
también una lectura en su conjunto, más global. Es decir, si bien cada texto es
autónomo e independiente, se enlaza con los demás de una manera muy
sutil, como los distintos vagones que forman un tren. Microrrelatos,
en fin, que dialogan entre ellos, que se complementan, que más que
sumar, multiplican.
El libro se divide en
cuatro partes. En la primera de ellas, titulada “La aldea”, se
describe el origen de la aldea de F., un lugar donde reinan los
espejismos (provocados muchas veces por la nostalgia), las sirenas y
otros seres sobrenaturales o míticos. Esas visiones, mezcla de lo
real y lo imaginario, permiten luchar, inútilmente, contra la
resignación que supone el hecho de encontrarse atrapado en ese lugar
inhóspito. El desierto es la resignación; el agua es lo soñado, lo
recordado, lo añorado. Porque la aldea de F., repleta de ansias y
deseos, se encuentra en una permanente búsqueda (o recuperación) de
lo perdido. En la segunda parte del libro, titulada “Uno de esos
accidentes”, la verdadera protagonista es la muerte, aunque su
mitológico hermano, el sueño, también tiene cabida. Los habitantes
de la aldea de F. pretenden burlar a la muerte, evitarla, aunque a
veces es ella la que se muestra esquiva. El hilo que separa vida y
muerte es muy delgado, como también lo es el que separa el amor de
la muerte. La tercera parte, titulada “Terreno impracticable”,
engloba microrrelatos cuyo tema principal es el amor y las relaciones
amorosas o de pareja. O mejor dicho, la dificultad para gozar del
amor, la casi imposibilidad del disfrute en pareja. Un amor inestable
que se tambalea, sin red de seguridad, por la cuerda floja. Por
último, la cuarta parte del libro, titulada “Traviesos”,
comprende textos cuyo tema principal son los niños. Estos
microrrelatos, en los que aparecen los juegos de estos niños, que
oscilan entre lo serio y lo lúdico, entre el mundo infantil y el
adulto, sin olvidar tampoco los cuentos clásicos infantiles,
muestran que desde la mirada infantil todo es posible, todo puede
suceder.
En definitiva, La aldea
de F. es un libro del que aprender y aprehender, una evidente muestra
de que el género del microrrelato sigue avanzando, con paso firme,
aunque desconozca su destino, su meta. Un libro con excelentes
relatos, para leer y releer, para disfrutar. Dará que hablar,
seguro.
---------------------------
Eva Díaz Riobello, Isabel González González, Teresa Serván, Isabel Wagemann: La aldea de F. UNAM. México, 2011.
Ahora en mi lista de julio de libros por comprar me quiero poner al día y uno de los libros es Aldea de F desde luego
ResponderEliminarGracias por la reseña Víctor
Saludos a las microlocas
Gracias otra vez, Rosana!! (Qué maja eres, pardiez :-)
ResponderEliminar