Comité Editorial

4 de julio de 2012

La Aldea de F., de las Microlocas


    Muchas veces se dice que leer, entre otras cosas, es como viajar (en el tiempo, en el espacio o en cualquier otra dimensión) y en el caso de La aldea de F. esta afirmación es más cierta que nunca. Abrir este libro, escrito a ocho manos por Eva Díaz Riobello, Isabel González González, Teresa Serván e Isabel Wagemann, supone emprender un viaje a una aldea imaginaria, pero muy real, ideada y construida a partir del cuento “El guardagujas” de Juan José Arreola. Un lugar en medio del desierto, edificado a base de despojos y chatarra, cargado de misterio, soledad y leyenda. De todos modos, además del evidente homenaje a Juan José Arreola, muchos de los microrrelatos que forman el libro rinden tributo, mediante guiños, versiones o réplicas, a otros muchos autores, como pueden ser Ana María Shua, Oliverio Girondo, AndrésNeuman o Raúl Brasca, por poner unos pocos ejemplos.

    ¿Un libro escrito a ocho manos? ¿Y a quién se le ha ocurrido unir a estas cuatro escritoras para algo así? Pues ni más ni menos que a Clara Obligado. ¿Y por qué? Porque, como la misma Clara nos explica en el prólogo, “pensé que tenía que ponerlas en contacto ya que sus textos dialogaban naturalmente y había en ellas una voz peculiar que me hacía sentir una poética común”. Y así es, ya que el centenar y medio de microrrelatos que forman el libro pueden leerse de manera individual, pero las relaciones que se establecen entre ellos nos permiten también una lectura en su conjunto, más global. Es decir, si bien cada texto es autónomo e independiente, se enlaza con los demás de una manera muy sutil, como los distintos vagones que forman un tren. Microrrelatos, en fin, que dialogan entre ellos, que se complementan, que más que sumar, multiplican.

    El libro se divide en cuatro partes. En la primera de ellas, titulada “La aldea”, se describe el origen de la aldea de F., un lugar donde reinan los espejismos (provocados muchas veces por la nostalgia), las sirenas y otros seres sobrenaturales o míticos. Esas visiones, mezcla de lo real y lo imaginario, permiten luchar, inútilmente, contra la resignación que supone el hecho de encontrarse atrapado en ese lugar inhóspito. El desierto es la resignación; el agua es lo soñado, lo recordado, lo añorado. Porque la aldea de F., repleta de ansias y deseos, se encuentra en una permanente búsqueda (o recuperación) de lo perdido. En la segunda parte del libro, titulada “Uno de esos accidentes”, la verdadera protagonista es la muerte, aunque su mitológico hermano, el sueño, también tiene cabida. Los habitantes de la aldea de F. pretenden burlar a la muerte, evitarla, aunque a veces es ella la que se muestra esquiva. El hilo que separa vida y muerte es muy delgado, como también lo es el que separa el amor de la muerte. La tercera parte, titulada “Terreno impracticable”, engloba microrrelatos cuyo tema principal es el amor y las relaciones amorosas o de pareja. O mejor dicho, la dificultad para gozar del amor, la casi imposibilidad del disfrute en pareja. Un amor inestable que se tambalea, sin red de seguridad, por la cuerda floja. Por último, la cuarta parte del libro, titulada “Traviesos”, comprende textos cuyo tema principal son los niños. Estos microrrelatos, en los que aparecen los juegos de estos niños, que oscilan entre lo serio y lo lúdico, entre el mundo infantil y el adulto, sin olvidar tampoco los cuentos clásicos infantiles, muestran que desde la mirada infantil todo es posible, todo puede suceder.

    En definitiva, La aldea de F. es un libro del que aprender y aprehender, una evidente muestra de que el género del microrrelato sigue avanzando, con paso firme, aunque desconozca su destino, su meta. Un libro con excelentes relatos, para leer y releer, para disfrutar. Dará que hablar, seguro.

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Eva Díaz Riobello, Isabel González González, Teresa Serván, Isabel Wagemann: La aldea de F. UNAM. México, 2011.

2 comentarios:

  1. Ahora en mi lista de julio de libros por comprar me quiero poner al día y uno de los libros es Aldea de F desde luego


    Gracias por la reseña Víctor

    Saludos a las microlocas

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  2. Gracias otra vez, Rosana!! (Qué maja eres, pardiez :-)

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