La mujer avanzaba entre la multitud, sosteniendo al niño entre sus brazos. Nadie prestaba atención, nadie le miraba. Hora punta, salida del trabajo, vuelta a casa: todos se refugiaban en sus propias preocupaciones. Al pasar a mi lado vi que la mujer lloraba.
Fue entonces cuando pensé que el niño no estaba dormido.
Santiago Eximeno, Ediciones del Cruciforme, 2012.

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