Comité Editorial

28 de octubre de 2012

Semana del 29 de Octubre al 4 de Noviembre de 2012.


Querido y temido miedo:

Sé que nos acompañaste a lo largo de la historia de nuestra especie. Que no dejaste de observarnos con tus ojos amarillos desde la oscuridad, desde el frío, desde las profundidades y desde más allá del cielo. Te ocultabas en el reptar de la serpiente, en los colmillos rabiosos del depredador, en el veneno mortífero de la enfermedad y la plaga. Menos que bajo tu nombre, apareciste siempre disfrazado de otros; brujas y lobos, vampiros y muertos vivientes, dioses y demonios. Personajes ni del todo reales ni del todo imaginarios que utilizabas para avisarnos de que el Universo contiene tantas maravillas como peligros. Pero en los últimos tiempos, querido y temido, tu afán de protagonismo te está llevando demasiado lejos.

Ya empezó horrendo el siglo: una y dos guerras mundiales. Dos ejercicios de masacre nada fabulada que te auparon al centro de todas las historias.

Pero no conforme, tuviste que poner punto final a la segunda doblando la apuesta del horror. Hiroshima, Nagasaki: un salto en el tiempo de la aniquilación total.

Pero hoy, querido y temido miedo, has dado un paso más allá. Hoy, 31 de noviembre de 1952, has superado tu espectáculo con doble pirueta y tirabuzón, al presentar el no va más de la tecnología del cataclismo: la Bomba de Hidrógeno o Bomba Termonuclear. 650 veces más potente que las que arrasaron Japón. Capaz de alcanzar 15 millones de grados; la misma temperatura que el núcleo del Sol.

La has probado en una isla.

Se ha vaporizado dejando un cráter de 2 kilómetros de diámetro y 50 metros de profundidad. El fuego ha arrasado otros 5 kilómetros a la redonda. Hemos visto alcanzar los 17 kilómetros de altura su nube de vapor envenenado.  

Ya está bien, querido y admirado miedo: ya es suficiente.

Reproducir la temperatura del núcleo del sol y vaporizar islas excede con mucho la escala de terror humana; la capacidad de aniquilación total pertenece a la dimensión de los dioses.

Recapacita. Vuelve a esperarnos en la oscuridad o entre la niebla del cementerio. Huye cuando colguemos ajo en las ventanas, sembremos sal en las esquinas del dormitorio, o apretemos un amuleto bien fuerte contra el pecho. Regresa a tu forma de monstruo de debajo de la cama, de veneno en los colmillos del escorpión, de fantasma hecho con sábanas del ajuar de la abuela.

No te pido que dejes de existir, sólo que vuelvas a ser como nosotros. Terrible pero frágil. Malvado hasta matar por hambre, tortura o setenta y cinco balazos, pero no hasta el punto de aniquilar a todas las criaturas vivas del planeta y al planeta mismo.

Déjate de bombas termodinámicas. Vuelve a ser algo de lo que podamos disfrazarnos. Al fin y al cabo, querido y temido miedo, tienes tanto que perder como nosotros.

Amiga del miedo a escala reducida, esta semana de difuntos la Internacional Microcuentista desempolvará sus dentaduras con colmillos postizos y sus trajes de enterrador para ofrecerles una programación especial de terror. Reseñaremos el inquietante Casa de Muñecas de la no menos inquietante Patricia Esteban Erlés. Proyectaremos el corto de animación Road´s End, dirigido por Bri Meyer. Y para que vayan a la cama y no puedan pegar ojo, colocaremos junto a la chimenea los cuentos de Apsley Cherry Garrard, Santiago Eximeno y de los seis miembros del Comité Editorial de la Internacional Microcuentista.

Pásenlo mal.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Los comentarios anónimos serán eliminados. Gracias por su comprensión.