Comité Editorial

2 de noviembre de 2012

Nocturno

            Noches atrás, un fantasma se apareció en mi alcoba. Entró sigilosamente y se posó a mi lado. Tocó mi rostro, me acarició el cabello y me susurró un beso en la mejilla. Con mi sonrisa, se atrevió a buscarme la boca y accedí a la invitación de su romance. Cegada por esa ternura que hace tiempo no sentía, lo invité a mezclarse entre mis sábanas. Nos amamos hasta el amanecer, encendiendo nuestros cuerpos con el fuego propio de lo prohibido. Cumplido su deber, me abrazó por última vez y me dejó ahí, dormida y satisfecha, al lado de mi esposo.

Esteban Dublín, Los cuentitos, 2012.

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