Nunca interrumpí mi vida en pensar que podría acabar todo. Las predicciones eran falacias de desocupados mentales. La rutina me rascaba la espalda y me dejaba manosear por ella. Esa noche cuando llegué a casa y encontré a mi madre esperándome con la cena lista y a mi padre con un whisky en el salón, comprendí que tal vez no estaban del todo equivocados.
-¿Qué día es hoy? -le pregunté a ella, mientras comía sus fideos con tuco.
-21 de diciembre -me contestó.
Y le sonreí. Estaba tan hermosa como cuando los enterramos, aquel verano del 94.
Diana Beláustegui (Argentina)
Diana Beláustegui (Argentina)

Felicidades, Diana. Un gran micro. Argentina viene que arrasa...
ResponderEliminarFelicidades por este cuento que me arranca una sonrisa, como nos llevas de la mano, al protagonista y al lector ese final de los finales, jeje. Enhorabuena.
ResponderEliminarFelicitaciones, Diana.
ResponderEliminar¡Cómo me gusta el final! Y el principio. Y el nudo. Y...
Un beso.
Felicidades, Diana. Es un microrrelato muy bueno.
ResponderEliminarUn saludo.
Esa es mi amiga Escarcha!!! Diana, tu talento es enorme. Felicitaciones con el corazón!!!
ResponderEliminarUn abrazo grande!
Excelente, mis más sinceras felicitaciones.
ResponderEliminarestoy feliz de haber podido quedar entre los finalistas!!! gracias por los comentarios.
ResponderEliminarEs mi favorito hasta ahora, sin desmerecer los demás, pero me ha gustado mucho.
ResponderEliminarBravo, bravo, bravo, Escarcha!!!!
ResponderEliminarExtenso.
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