La antología soñada: Borges y Bioy Casares

             Durante los años que me he formado como lector, siempre escuché de las voces más representativas relacionadas con el género la referencia que suponía en su rol de escritores la antología compuesta por Jorge Luis Borges y Adolfo Bioy Casares, Cuentos breves y extraordinarios. Quizá por eso, por esos antecedentes tan difíciles de objetar, opinar sobre este libro no puede ser más que dos cosas: una extensión inútil de lo que ya se ha dicho en muchas ocasiones o, quizá más adecuada, una tardía opinión sobre uno de los libros más representativos del microrrelato. 

             Detenerme en los autores implicaría un esfuerzo adicional que no viene al caso, ya que la literatura, imaginación y creatividad de ambos escritores argentinos es si no profundamente conocida, al menos sí existe una importante referencia de sus figuras en el inconsciente colectivo. Su amistad dejó, entre muchas otras cosas, una obra literaria digna de mención, el seudónimo ocasional de escritura conjunta de Honorio Bustos Domecq y la antología de la que hablaremos a continuación. 

             "Uno de los muchos agrados que puede suministrar la literatura es el agrado de lo narrativo. Este libro quiere proponer al lector algunos ejemplos del género, ya referentes a sucesos imaginarios, ya sucesos históricos. Hemos interrogado, para ello, textos de diversas naciones y de diversas épocas, sin omitir las antiguas y generosas fuentes orientales. La anécdota, la parábola y el relato hallan aquí hospitalidad, a condición de ser breves", dice la nota premilinar, firmada por ambos autores, como una especie de advertencia panorámica ante el mundo que está a punto de encontrar el lector aventurero. No está de más mencionar que quizá ni Borges ni Bioy Casares sabían que su labor antológica, cuando se referían al género, tendría una derivación nominal. Es decir, cuando compusieron Cuentos breves y extraordinarios en 1953, el término microrrelato no estaba entre sus planes y por eso, la referencia más cercana termina siendo la de cuento, aunque la gran mayoría de obras, a excepción de "El encuentro", perteneciente a la Dinastía T'ang; "El sueño" de O. Henry, "Cómo descubrí al superhombre" de G.K. Chesterton y "Hallazgo de un tesoro" de Marcial Tamayo, el resto de textos podrían enmarcarse, dentro de los parámetros en los que coinciden la mayoría de teóricos (la extensión y las propiedades narrativas) como microrrelatos. 

            Teniendo en cuenta la importancia de los antólogos, considero que no hay necesidad de detenerme en las virtudes narrativas del libro. Lo que sí considero pertinente mencionar es la diversidad de las fuentes. Cuentos breves y extraordinarios es el epítome del eclecticismo literario: de fábulas propias de la cultura india es posible pasar a anécdotas militares rusas. Si una página ofrece los fragmentos históricos de Voltaire, en la siguiente se encuentran los apuntes de Estanislao González. De textos tan antiguos como los de Plutarco o Cicerón, es posible pasar a otros tan contemporáneos como los de Kafka o Denevi. Borges y Bioy Casares ofrecen una panorámica del mundo desde todas las latitudes atravesando todas las épocas e, incluso, todos los escenarios. Por estas páginas pasa la filosofía de Diderot, la poesía de Max Jacob, la prosa de Paul Valéry, la genialidad de Stevenson, el terror de Edgar Allan Poe. Pío Baroja por España, Samuel Butler por Inglaterra, Chuang Tzu por China o Virgilio Piñera por Cuba son tan solo unos de los muchos ejemplos de la variedad que encontrará el lector en esta afortunada aventura emprendida por los dos genios argentinos. Es como si, a pesar de las apariencias, nada hubiera quedado al azar. Cada texto recoge la experiencia de una región sin otra pretensión distinta a contar. Pero qué bien contado está. 

Cuentos breves y extraordinarios, Jorge Luis Borges y Adolfoy Bioy Casares, Losada, 2009.