Comité Editorial

29 de enero de 2013

El náufrago

             No reconocí al hombre que tenía frente al espejo. Mi barba llegaba a tocarme el pecho. Reí a carcajadas. ¡Si me vieran en el bufete de abogados! Ahora me había convertido en todo un catedrático de la supervivencia. Fui a alimentar la hoguera que llevaba encendida casi dos años, sin interrupciones, era lo más importante que tenía. Mi única salvación. Si un barco pasaba cerca y veía el humo, vendría a rescatarme para devolverme a la civilización, a mi trabajo, a mi coche, a volver a leer un periódico, a mi mujer...
             Llené el cubo de agua y me apresuré a apagar el fuego.

Jesús Arribas Navarro, Relatos en cadena, Alfaguara, 2010.

4 comentarios:

  1. Jaja qué bueno, lo que hace la sucesión de ideas hasta tomar conciencia de la realidad, mejor náufrago que civilizado.

    Me encantó.

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  2. Genial Esteban. Un caso claro de evolución humana, je je.
    Un abrazo.

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  3. Menos mal, aún queda gente inteligente, al menos uno.
    Saludos.

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  4. la idea es atrayente, pero no se entiende porqué recién hoy, después de dos años, cae en la cuenta de lo que le espera si es rescatado, y corre a apagar la hoguera

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