Todos los que alguna vez han pasado por este espacio si no participan, al menos saben de concursos relacionados con el microrrelato. La gran variedad de concursos da para todo y la crítica aparece en la mayoría de las ocasiones, especialmente cuando no se está de acuerdo con el nivel. En La Inter, no somos ajenos a esa realidad y quisimos que una voz externa a la nuestra nos diera su opinión con respecto al tema. Y qué mejor para eso que Mar Horno, como muchos de nosotros, una autora nacida en internet, que se lleva cuanto concurso en el que participa. Su visión, aguda y directa, aclara ese panorama referido a ese oscuro objeto de deseo, los premios. Bienvenidos a la primera colaboración de 2013.
Por: Mar Horno
Al recibir la invitación de La Internacional para que escribiera sobre los concursos literarios, yo misma me pregunto la razón por la que me presento a ellos. Cada uno tendrá sus motivos. Yo lo único que puedo decir es que me han proporcionado muchas satisfacciones, me han dado una visibilidad que de otro modo no hubiera conseguido y han logrado que, siendo una completa desconocida, suene mi nombre. Lo que no quiere decir que por ganar algunos de ellos sea mejor escritora (aficionada) que otros compañeros del género a los que les trae al pairo este tipo de certámenes, animales siempre peligrosos, por cierto. Y aunque los premios literarios, de novela para no ir más lejos, adolecen de enfermedades crónicas e incurables de todos conocidas, yo pienso, exclusivamente por propia experiencia personal (que es lo único con lo que cuento) que los concursos de microrrelatos gozan todavía de buena salud y se les puede acariciar sin miedo a que se les caiga algo de pelaje o te salte alguna pulga.
Concurso literario
Animal domesticado de clasificación literaria cuyo espectáculo en el circo intelectual conlleva intrínsecamente la competencia entre numerosos candidatos que pretenden llevarse el gato al agua y conseguir un premio que puede ser dinero, especie o satisfacción personal. Sus domadores son un grupo sacrificado, a la par que cuestionado, llamado jurado, y cuyo fallo siempre es discutido, criticado, subjetivo, injusto o simplemente nefasto. Aunque en ocasiones pudiera ser hasta acertado, y uno o varios competidores se podrán sentir satisfechos de haber ganado y, el resto, orgullos de haber participado.
Todos sabemos lo que es un concurso. Si te presentas, tienes que aceptar sus reglas, sus aciertos y sus errores. No ganar un concurso no significa nada, y ganarlo, muchas veces, tampoco.
Cuestión peliaguda parece hablar de ellos cuando muchos están cuestionados y ¿quién no ha participado en alguno, de cuyo nombre no quiero acordarme, en el que el ganador daba risa y los finalistas, miedo? Para mí, la clave siempre está en el jurado, un jurado profesional que sepa lo que es el género y que tenga la pericia para manejar con cuidado el grado de salvajismo de estas fieras. Podrá seguir sus particulares métodos de doma, sus propias preferencias o simpatías, podrá ser subjetivo, pero emitirá un buen fallo. Y no perderá un brazo en el intento.
Comencé a escribir de nuevo con asiduidad hace dos años gracias a un concurso literario, en un momento de mi vida en el que la escritura fue una tabla de salvación. Y descubrí lo que era un microrrelato gracias también a uno de ellos. Así que, parafraseando, “estoy eternamente agradecida”.
Buceando por casualidad en Internet, en una guía de concursos literarios (yo entonces escribía narración breve), me saltó a los ojos, como un saltimbanqui demente, un concurso de microrrelatos cuyo tema era “Trabajar en Información y Documentación” organizado por la Universidad de Salamanca. Sentí tanta curiosidad por el tema: “mi profesión”, y por una palabra desconocida: “microrrelato”, que no daba crédito a lo que estaba viendo. Como neófita analfabeta en el género, tiré de Google y me apunté las cuatro claves de la minificción para poder presentarme al concurso. Una historia en cien palabras. Fue como un canto de sirena. Se me ocurrió el micro donde se me ocurren casi todas mis historias, conduciendo, y cuando llegué a casa lo escribí y lo corregí. Gané el primer premio de aquel concurso. Fue mi perdición.
A partir de ahí se produjo un maremoto y todavía sufro las consecuencias de tsunami, flotando entre restos de algas, barcos destrozados, cadáveres y tiburones. Abrí un blog.
Me matriculé en varios cursos de microrrelatos, empecé a seguir bitácoras de escritores del género, me hice adicta a páginas como El Microrrelatista, La Internacional Microcuentista, Microrréplicas, La nave de los locos, La Esfera Cultural, Químicamente Impuro, miNatura, Triple C. ¡Yo que sé, aquello fue una locura! Pasé varios meses en los que leía micros a todas horas, absolutamente abducida por ellos. Y pensé, ¡Dios, esto es lo que he deseado escribir toda mi vida y no sabía lo que era! Y me compré una escopeta, me hice cazadora compulsiva de concursos, le disparaba a todo lo que se ponía a tiro, tuviera premio en metálico o sólo un lote de libros o un diploma, fuese un concurso con solera, o lo convocara una asociación de barrio. Me daba igual. ¿Por qué?
Para mí, los concursos poseen varias características muy importantes: me proporcionan la excusa para escribir, me dan un tema que sustituye a la falta de musa, y me obliga a cumplir un plazo. Si gano o quedo finalista en alguno, es un acicate, me convence de que voy por buen camino y me da la satisfacción del reconocimiento. Y qué narices, somos competitivos por naturaleza, ganar, aunque sea al parchís, es una gozada.
A nadie se le escapa que los concursos con más prestigio, a los que se presentan mayor número de autores, ofrecen un buen premio en metálico y se procura un jurado competente.
A la cabeza está Relatos en Cadena de La Ser y La Escuela de Escritores. Seis ediciones lleva. De él salen todas las semanas auténticas joyas del género. Es el más codiciado, el más difícil. Consigue aplastar cualquier polémica y nadie puede negar la gran labor que ha hecho por la difusión del género.
Le sigue el Concurso de Microrrelatos sobre abogados, es una gozada leer a los finalistas mensuales.
También El Concurso de Literatura Móvil de la Revista Eñe (lástima que no se haya convocado el año pasado) que conseguía reunir 20.000 textos en dos meses. O el de El Taller Paréntesis. Pero tampoco parece esta premisa, la de un buen premio en metálico, imprescindible para que deseemos ganar determinado concurso. Hay concursos que se han ganado su reputación simplemente por lo acertado de sus fallos, por su honestidad. Véase Wonderland, el concurso de Radio Castellón, La Microbiblioteca o Esta noche te cuento…
Mucha curiosidad me produce El Concurso del Museo de la Palabra, cuyo motivo de convocatoria se me escapa: ¿promocionar el género?, ¿reunir a un pequeño ejército de escritores?, ¿palabra y libertad?, ¿entrar en el libro Guinness? Luego llega el fallo y lo que me viene a la mente es la frase “mucho ruido y pocas nueces”.
A ellos se añaden cientos, menos conocidos, pero en los que podemos probar nuestra valía, o no.
Y rompo una lanza por los árbitros. En algunos concursos que he ganado he podido hablar con algunos jurados (en Salamanca con Isabel Barceló y José Manuel de la Huerga, en Barcelona con Ginés S. Cutillas) donde contaban su experiencia como jueces. Una labor titánica, difícil e ingrata, pero honesta. Todos podemos tener nuestras preferencias y tenemos derecho a defenderlas. A nadie se le escapa que hay unos veinte microrrelatistas excepcionales en este mundillo. Otros cincuenta que dan la talla y cientos que pueden dejar a cualquiera en mantillas en determinadas circunstancias. Anda, convoca un concurso tú y elige ganador, a ver si consigues elegir al mejor y si luego nosotros estamos de acuerdo contigo.
Y para terminar me quedo con una delicia de las muchas y variadas que pueblan el Quijote, que se refiere al tema que nos ocupa: “… y si es alguna glosa, y holgaría saberlos; y si es que son de justa literaria procure vuese merced llevar el segundo premio, que el primero siempre se lleva el favor ó la gran calidad de la persona; el segundo se le lleva la mera justicia; y el tercero viene á ser el segundo, y el primero á este cuenta será el tercero, al modo de las licencias que se dan en las universidades; pero con todo esto gran personaje es el nombre del primero”.
Cada uno, que tire por donde pueda y haga lo que le parezca conveniente. Yo, ahora, ando en mi particular travesía del desierto, y me limito a limpiar la escopeta. Brillante y bien engrasada la estoy dejando. Pero no sé si seguir disparando o colgarla en la pared.
***
Mar Horno tiene 42 años y trabaja como Documentalista en el Archivo Audiovisual en la Televisión Autonómica de Andalucía Canal Sur desde 1998. Ha ganado los concursos "Trabajar en Información y Documentación" de la Universidad de Salamanca (2010), el concurso anual de La Microbiblioteca (2012) y el concurso de octubre de Wonderland (2012), entre otros. Además, ha resultado finalista en más de 15 concursos de microrrelatos. Sus textos han sido elegidos para componer los libros Bocados sabrosos (Acen), Cachitos de amor (Acen), Misterios para el sueño (Osiris) y I Antología de Microrrelatos Triple C (Macedonia). Dirige Maremotos, su blog personal, donde publica su amplio palmarés cada vez que se hace con un nuevo reconocimiento.
***
Mar Horno tiene 42 años y trabaja como Documentalista en el Archivo Audiovisual en la Televisión Autonómica de Andalucía Canal Sur desde 1998. Ha ganado los concursos "Trabajar en Información y Documentación" de la Universidad de Salamanca (2010), el concurso anual de La Microbiblioteca (2012) y el concurso de octubre de Wonderland (2012), entre otros. Además, ha resultado finalista en más de 15 concursos de microrrelatos. Sus textos han sido elegidos para componer los libros Bocados sabrosos (Acen), Cachitos de amor (Acen), Misterios para el sueño (Osiris) y I Antología de Microrrelatos Triple C (Macedonia). Dirige Maremotos, su blog personal, donde publica su amplio palmarés cada vez que se hace con un nuevo reconocimiento.

Muy interesante artículo, Mar.
ResponderEliminarPor añadir unas curiosidades, el premio Risa de Bilbao de Microrrelato tiene como dotación un viaje al Caribe para 2 personas. Casi ná!
Otro codiciado premio es el Faroni, cuya antología llegó a publicarse en Tusquets. Y luego hay premios que ya no existen, pero que daban una auténtica pasta, como el ciudad d'Elx, cuyo primer premio rondaba los 2000 euros. De eso hace casi 10 años...
Hay una infinidad de premios, y no veas cómo engancha la cosa. Yo he ganado más de 300, y eso que solamente envío cosas que escribía hace años, pues lo que realmente me interesa es leer y tuitear tonterías. Para mí la microliteratura no es literatura. Es un divertimento. Literatura es Nabokov, para entendernos. Eso no quita que sea, como dice Mar, nuestra perdición :). Un abrazo a todos!!! Albert
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarMuy buen artículo, Mar. Había un premio cuyo nombre no recuerdo que decía así, y no es broma: "El tema del relato debe ser el vino y las experiencias en torno al enoturismo, ambientadas en la región de la Denominación de Origen Utiel-Requena, donde está la casa rural que organiza el certamen". Con un par. Besos.
ResponderEliminarMuy buen análisis del tema, Mar. Me siento completamente identificada con el tipo de concursante que planteas y con tus motivos para concursar.
ResponderEliminarHe disfrutado leyéndolo, es un placer leerte siempre, no me extraña que te los lleves de calle.
Un abrazo.
Agradezco a la Internacional la oportunidad de colaborar en la Revista. Ha sido una gozada
ResponderEliminarAlbert, gracias por tu comentario. ¡Más de 300 ganados! Madre mía, esa es una adicción y no la mía. NO estoy de acuerdo contigo en que la microliteratura no sea literatura. Leo diariamente desde que tenía 10 años y he leído desde lo mejor de la literatura hasta lo peor. Nabokov será buena literatura pero personalmente me dejé Lolita a la mitad. Para gustos, colores. Un abrazo.
ResponderEliminarManu, el vino es lo que tiene, que te tomas dos copas y ya no sabes lo que dices. Un abrazo.
ResponderEliminarNieves, qué alegría encontrarte por aquí. Me alegra que te haya gustado. Cada tiene sus motivos, los míos son esos. Un beso.
ResponderEliminarMe ha encantado leer esta entrevista pues me siento muy identificado con la "historia literaria" que cuenta Mar, aunque claro está, a años luz de su desenlace. Participar en concursos, yo lo tomo como una lucha conmigo mismo y una diversión, sin más pretensión que eso.
ResponderEliminarY sobre Mar Horno, qué decir. Yo la conozco casi desde que empecé con el tema de los microrrelatos y siempre es un gozo leer sus letras, nunca decepcionan y ciertamente se aprende mucho cuando se le lee. Lástima que se haga tanto de rogar.
¡Felicidades, Mar por esta entrevista!
Un abrazo colectivo.
Nicolás, de tí, sí que se aprende. Hasta colorá me he puesto. Muchas gracias por leerme. Un abrazo muy fuerte.
ResponderEliminarCon razón no ganamos nada los demás, Albert, si os los lleváis todos entre Mar y tú ;) Sin embargo, discrepo contigo en una cosa: para mí la microliteratura (además de ser un divertimento) sí es literatura. Soy incapaz de decir que las "Historias de cronopios y de famas", las gregerías de Gómez de la Serna o los "Crímenes ejemplares", de Aub, por poner unos pocos ejemplos, no son literatura. Creo que el intercambio de opiniones daría para un par de novelas.
ResponderEliminarMar: un placer tenerte en la Inter.
Comencemos por el principio, estupendo artículo de Mar, que quitándole trascendencia al asunto -los asuntos, debería decir, considerando participar, ganar y perder como tres aspectos distintos- nos ayuda -al menos a mí me ayuda- a entender y explicar más de una cosa.
ResponderEliminarVivo en el polo opuesto a lo que nos plantea Mar. No sé, no puedo y -hasta me atrevería a decir que- no quiero escribir bajo esas condiciones, bien plazos, bien extensiones máximas, bien frases o palabras obligatorias, bien temas ( como el que apunta Manu). Eso explica (me explica) porque casi nunca acabo por participar. Admiro, eso sí, a quienes sí son capaces. Capaces de oir una frase el jueves por la tarde y tener un micro -genial, muchas veces- el domingo por la noche; a quienes cogen cinco palabras inconexas y las cuelan en un texto sin que chirríe, a quienes son capaces de presentarse a una justa e ir tumbando oponentes micro a micro. Ahí goza mi yo lector de todos los autores que una y otra vez producen microliteratura en función del desafío.
Ya me dejo de rollos. Un abrazo para la autora y un aplauso para ella y para la IM por el acierto.
Gracias Víctor por la acogida. Y coincido totalmente en los de "Historia de cronopios y de famas". Un abrazo.
ResponderEliminarPedro, a mí sí que me admira tener esa capacidad, esa libertad, que tienes tú para ser tú. Escribir cuando quieras y como quieras. Y que te salgan esas pedazos de historias que afortunadamente nos dejas leer. Sin límites, sin tiempo, sin restricciones. Eres único. Un abrazo.
ResponderEliminar
ResponderEliminarHola, Mar. Cuando me enteré de que colaborarías con la IM hablando de los concursos, no me lo quise perder y no quedé decepcionada, al contrario, son muchas las verdades que exponés sobre el mundillo de los concursos de microrrelato.
Te vengo leyendo desde tu "Morriña" en el concurso de DLT (en el que yo salí ganadora en su novena semana) y aunque no siempre comento, visito asiduamente tu blog. Comparto muchos de los motivos que te llevan a concursar, principalmente el gran estímulo a la hora de escribir que para mí representan, independientemente del resultado- aunque,para ser franca, es insuperable la adrenalina que le corre a una por el cuerpo cuando le llega el reconocimiento, sea grande o chiquito.
En estos días estoy embelesada con las posibilidades de concursos y juegos literarios que ofrece Twitter. Espero verte también por allí. Cariños, Mariángeles
Algunos amañados pero otros no. Así, que son una alternativa. De las pocas, en los tristes días literarios de hoy.
ResponderEliminarMuy buen artículo.
Saludos.
Yo también creo que la microliteratura es literatura. Hay "pequeños" textos que son mucho más grandes que algunas novelas. He podido olvidar libros enteros, pero hay algunos microrrelatos que recordaré para siempre. Por cierto, Mar, nadie mejor que tú para hablar de los concursos. Un abrazo.
ResponderEliminarMaravilloso el artículo de Mar Horno, no puedo decir que me sienta identificada, ni en lo más remoto con ella, que para mí, ya es grande, pero sí que tambien he comenzado a conocer este género del microrrelato en un momento de mi vida en el que necesitaba algún aliciente y en estos concursos lo encontré, y ahora leyendo este artículo me siento orgullosa de participar junto a personas con tanto talento como el que he ido encontrando, y espero seguir disfrutando de ellos y de artículos como este que aún animan más. Un abrazo Mar y felicitaciones a IM por contar contigo.
ResponderEliminarEnhorabuena Mar por el artículo.
ResponderEliminarDiré que igual que hay novelas malas también pasa con el género breve, pero sí, para mí es literatura también.
Y de los concursos, no sé, a mí me sirven como excusa para escribir, como punto de partidas, aporte de ideas, así que en principio positivo. Otra cosa son los fallos, sobre todo los fallos realizados por jurados no especializados en el tema. No puede juzgar un cuadro un actor de cine, o una poesía un músico. Creo que me explico.
Un saludo indio
Mitakuye oyasin
Muy buen artículo. No hay duda de que el relato breve, como género, se ha ganado un lugar dentro de la literatura, independientemente de que algunos puristas lo cuestionen.
ResponderEliminarVeo los concursos de microrrelatos como un medio, por lo menos en mi caso, para disciplinarse al escribir y una ayuda para entrenar la imaginación y de paso a la inspiración.
MARIÁNGELES, qué alegría aquel concurso de ¿Dónde lees tú? Yo creo que es el más exquisito en el que he participado. Fueron muchas las joyas que allí salieron y las fotos, maravillosas. Me alegra que te haya gustado el artículo y te agradezco que te hayas acercado a comentar. Un beso.
ResponderEliminarIGOR, la verdad que para mí, siempre han sido un aliciente. Un abrazo.
FRANCESC, yo también he olvidado libros enteros, superventas que eran auténtica basura. Algunos micros sin embargo, se me quedan grabados a fuego. Todo buen escritor ha escrito microrrelato, aunque no le diera ese nombre. Yo creo que esta generación blogger lo pondrá en el lugar que merece. Un abrazo.
YASHIRA, para mí también ha sido el microrrelato una tabla de salvación, un aliciente. Una droga. Un beso.
ResponderEliminarDAVID, siempre es una alegría encontrarte en los comentarios. Cuando se dispone de tiempo 0, ideas 0, son siempre una ayuda. Será que no somos verdaderos escritores. Quizás cuando me jubile, y lo tenga, no logre escribir nada.
BETO, lo bueno, sí breve, dos veces bueno. La sabiduría popular nunca miente. algunos mamotretos de 500 página que he leído, a mí no me parecen literatura. Dos líneas, a veces, maravillosa e inolvidable literatura. ¿Quién decide lo que es literatura o no? Los lectores, desde luego. Un abrazo.
Suscribo punto por punto:
ResponderEliminar"Para mí, los concursos poseen varias características muy importantes: me proporcionan la excusa para escribir, me dan un tema que sustituye a la falta de musa, y me obliga a cumplir un plazo. Si gano o quedo finalista en alguno, es un acicate, me convence de que voy por buen camino y me da la satisfacción del reconocimiento. Y qué narices, somos competitivos por naturaleza, ganar, aunque sea al parchís, es una gozada."
Enhorabuena por el artículo Mar.
Gracias FERNANDO. Ahora, como estoy a por uvas, no quiero mirar ninguna guía de concursos. Para no caer en la tentación. Un abrazo.
ResponderEliminarEnhorabuena Mar, no solo por lo que dices, que es muy interesante, sino también por lo bien que lo cuentas.
ResponderEliminarUn abrazo.
He disfrutado leyendo la entrevista pues me parece muy acertada la visión que tienes sobre los concursos, comparto tu opinión de que son una excusa para obligarse a escribir y por supuesto que la labor del jurado es complicada y nunca fácil.
ResponderEliminarGracias por defender el género, para el cual un@s están más cualificados que otr@s pero da gusto ver como se premia la valía, como en tu caso.
Espero que sigas cosechando triunfos y poder disfrutar leyéndote durante mucho tiempo.
Un fuerte abrazo.
ELISA, muchas gracias, por tus palabras y por acercarte a comentar. Un beso.
ResponderEliminarYOLANDA, sólo he contado mi experiencia y no me cabe ninguna duda de que éste género, con mayúsculas, dará mucho que hablar. Un beso.
Hola Mar!! ¡qué gran entrevista y qué sinceridad la tuya al ofrecernos esta visión personal de los concursos y tus participaciones!. Me identifico con mucho de lo que hoy cuentas, e incluso la razón de abrir mi blog fue por algo muy parecido a lo que te ocurrió a tí. Yo no uso escopeta, tengo una batería de dardos y muchas dianas por acertar. A veces los tiro todos a la vez en una explosión de creatividad y ¡zas! uno de ellos da en el punto rojo. Es entonces cuando procedo a hacer una parada y una pequeña reflexión interior sobre qué tenía ese texto (breve o corto) de diferente a los anteriores. Y es ahí cuando entran otros factores que no dependen de quien escribe sino de las valoraciones de los textos, cuestión de máxima dificultad y en la que también coincido contigo.
ResponderEliminarUn abrazo por estas palabras que hoy nos dejas, y un beso por todo el camino que te queda por recorrer con tu escopeta ¡¡reluciente!!.
LAURA, siempre tenemos un camino por recorrer pero a veces encontramos cruces y necesitamos un tiempo para decidir cuál de ellos escoger. La escopeta brillante, pero guardada por el momento. Gracias por comentar. Un beso.
ResponderEliminarQué bueno Mar...como todo lo que escribes...Estupenda reflexión...No cuelgues la pistola, ni se te ocurra...
ResponderEliminarY date prisa en ese desierto, te espera la verde y acuática selva...
Pilar
PILAR, ya sabes que me encanta la selva, pero el desierto también tiene su encanto, y veo a lo lejos un oasis. Un beso y gracias por acercarte hasta aquí para leerme.
ResponderEliminarMar, no se puede explicar mejor. Muy buena aportación la tuya, como siempre. Que ganes premios, no es una casualidad, hablo de la calidad de tus escritos, merecidos galardones, envidiables, claro que sí.
ResponderEliminarQuién será el tal Albert, que desprecia su propio arte. Ninguno de los escritores que aparecen en la mejor antología de microrrelato hasta la fecha, la más rigurosa, ha ganado que yo sepa más de un par de concursos del género, y algunos ni eso; hablo de la de Cátedra. Y sin embargo, ahí están los mejores, grandes artistas de lo breve, de ayer y de hoy. Ganar 300 concursos supone conocer una fórmula prefabricada y el gusto de los jurados. Pasa igual en todos los géneros. Los ganadores profesionales de concursos en masa suelen ser escritores mediocres. Lo difícil es crear un texto tan breve y tan lleno de significados. Eso creo al menos yo.
ResponderEliminarMar un espléndido artículo! Me inspira a seguir escribiendo, creo que voy a coger esa escopeta que has dejado por ahí, a ver si hay suerte y cazo alguna musa ;)
ResponderEliminarTe sigo!
Mar,
ResponderEliminarqué haces cuando unas bases de premio dicen que se publicará el ganador (con premio) + los finalistas (sin premio) en una "antología". Te parece que es demasiado riesgo que un buen relato quede "atrapado", sin ganar siquiera premio, de esa manera? Es algo habitual en los premios, y en general no queda claro si el "finalista" tiene derecho a declinar la edición de su relato. Muchas gracias!!!
Alberto
Enhorabuena Mar por tu artículo. Creo que en tus palabras nos vemos muchos microrrelatistas reflejados. Sigue escribiendo. Nos alegras el día con tus textos
ResponderEliminar