Le pedí un jabón al almacenero. Me dijo que no le quedaba jabón, pero que le había llegado una mayonesa muy buena. Como no había demasiadas opciones, llevé la mayonesa. Esta, lejos de limpiarme la camisa, la manchó todavía más.
Si tengo en cuenta que son escasas las mercaderías que llegan a este pueblo, temo pasarla mal si me pongo quisquilloso. Andar con el pecho al aire, después de todo, no es tan terrible; y la camisa con abundante mayonesa no deja de ser un plato diferente.
Rogelio Ramos Signes, Tucumán (Argentina). Microrrelato inédito.

Supervivencia de guerrilla sí señor, que poquito nos queda por aquí para vernos en esas, je je.
ResponderEliminarMuy bueno Rogelio.
Un abrazo.
Me gustan esos textos fieles a su propia lógica: absurda, surrealista.
ResponderEliminar