Describir la realidad, mostrarla desnuda, con arrugas y barriga, sin maquillajes ni adornos innecesarios, no es fácil, del mismo modo que tampoco lo es retratar, con todos sus matices, la condición humana que habita en esa realidad cruda y asfixiante. Pero que no sea fácil no significa que sea imposible.

En la dedicatoria inicial (“A todos aquellos que alguna vez me escribieron o me llamaron, un domingo por la tarde”) encontramos otro de los temas de La suave piel de la anaconda, la soledad, un tema recurrente que ya encontramos en Elefantiasis, el anterior libro de Raúl Ariza. Aunque La suave piel de la anaconda no es la continuación de Elefantiasis, sí podría afirmarse que es su consecuencia. El segundo libro de Raúl Ariza es más compacto, más uniforme, quizás porque sus relatos nacieron justamente para eso, para habitar en La suave piel de la anaconda. Poseen, como bien afirma Ángel Olgoso en el prólogo, un estilo propio. Y precisamente eso, conseguir una voz propia, es lo que muchos escritores persiguen durante toda la vida y que Raúl ha conseguido sólo con dos libros.
La suave piel de la anaconda se estructura en cinco partes, de diez relatos cada una, más un último relato a modo de bonus track. Cada una de estas divisiones viene encabezada por un pequeño texto donde se nos explican particularidades acerca de las anacondas: su canibalismo, su alimentación, sus costumbres reproductivas, sus características... En los primeros relatos encontramos que los protagonistas solucionan esos abrazos incontrolados de la realidad (abandonos de pareja, celos...) de un modo violento, con crímenes y suicidios. Pero a medida que avanzamos en la lectura, las resoluciones a esos conflictos que la realidad plantea a los protagonistas se suavizan. La forma de afrontarlos es cada vez menos visceral, más esperanzada.
Un relatos sobrios, sin excesos, sin retóricas innecesarias, donde, pese a la crudeza del tema, lo poético tiene cabida. Como también la tiene esa visión cinematográfica que Raúl imprime en muchos de sus textos. Como ya sucedía en Elefantiasis, los relatos de La suave piel de la anaconda están magníficamente acompañados por las ilustraciones de Carmen Puchol, que hacen hincapié en esa confusión cotidiana, en esa soledad y oscuridad de la condición humana.
Raúl Ariza: La suave piel de la anaconda. Prólogo de Ángel Olgoso. Talentura Libros, Madrid, 2012.
-------------------------------------------------
El próximo viernes día 15 de febrero se celebrará en El dinosaurio todavía estaba allí, de Madrid, una jam session sobre La suave piel de la anaconda, donde Raúl Ariza (y otros) leerán relatos del libro acompañados a la guitarra por Borja Gómez.
Si quieres escuchar algunos de los relatos de La suave piel de la anaconda entra en la fonoteca anacondiana.
Excelente y completa, casi renacentista al incluir tanto enlace promocional.
ResponderEliminarSonrío
Gracias.
Muy bueno el prólogo, seductor, prolijo; invita a leer el libro. Saludos
ResponderEliminarUna estupenda reseña y añado además que merece la pena no perderse esa presentación. Es un placer oír a Raul, se hace muy corta.
ResponderEliminarBesitos