
Eran el alba y el primer canto
del gallo, cuando los dos hermanos se encontraron, equipajes a la espalda, en
la puerta de su casa. Y el uno dijo: ¿tú también abandonarás a papá? Y el otro,
como si no hubiese escuchado la pregunta, replicó: ¿tú también abandonarás a
papá? Y echando los bultos al suelo retornaron a sus habitaciones, mientras el
anciano dormía en paz, como si el alba aún estuviera lejana.
Jorge Díaz Herrera, Alforja de ciego, 1979
Gracias por traer micros tan buenos.
ResponderEliminarSaludos.
Qué suerte tuvo el hombre que la casa solo tuviera una puerta...
ResponderEliminarDejemos los bultos y continuemos con nuestro quehacer :-)