El microrrelato en el aula

     Se dice que el futuro del mundo está en los niños; en la Internacional Microcuentista estamos de acuerdo. Por lo mismo, dar a conocer el microrrelato en las aulas será la mejor manera de formar nuevos lectores y, a la postre, nuevos autores. Muestra de ello es el trabajo que viene realizando la maestra Luz Leira con un grupo de alumnos, de quienes nos presenta sus primeros, y muy bien logrados, trabajos. Luz Leira Rivas se licenció en Filología Hispánica y cursó estudios de Tercer Ciclo en Literatura Barroca y Didáctica de la Literatura. Actualmente es profesora de Lengua Castellana y Literatura en el C.P.I. Cabo da Area, donde también coordina y modera el Club de lectura. Desde hace dos años se siente atraída por el microrrelato, publicando sus textos en diversas revistas dedicadas al género y en su blog personal, Supón que es una calandria, y animando a sus alumnos a conocer esta forma narrativa a través de actividades de promoción de la lectura y escritura creativa.

El microrrelato en el aula, por Luz Leira

Cuando los amigos de la Internacional Microcuentista me pidieron que escribiera sobre nuestra experiencia en el aula trabajando el microrrelato, pensé de inmediato en la alegría de mis alumnos. Traspasar los límites de la clase siempre supone para el profesor un reconocimiento y un orgullo para los estudiantes, así que lo primero que querría es agradecerles esta invitación que tanto nos ha ilusionado.

    Lo segundo ha de ser la reivindicación. Desde el punto de vista académico, se ha privilegiado durante años el estudio de la novela y el poema. Los subgéneros teatrales compensan en cierta medida el escaso tiempo dedicado con su motivadora puesta en escena, y la lectura del relato breve, leyenda o cuento tradicional inicia a menudo las unidades didácticas. Pero el microrrelato, un género de éxito en los últimos veinte años, "sigue siendo un gran desconocido para la mayoría de los alumnos de ciclos formativos superiores", como señala Elisenda Queralt 1), y tan solo hace un par de cursos algunas editoriales (las menos) incluyen la denominación entre los subgéneros narrativos.

      Sin embargo, hoy me presento aquí para hablar de sus enormes posibilidades didácticas. El trabajo del microrrelato ha supuesto en la competencia literaria de mis alumnos un salto cualitativo cuyas causas han de buscarse en las cualidades pedagógicas intrínsecas a la narración breve. Intentaré resumirlas en este pequeño artículo.

    Desde el punto de vista de la recepción , el microrrelato posibilita trabajar con una antología de textos heterogéneos. La exposición a tan diferentes temáticas y estilos (realistas, fantásticos, de terror, policíacos, etc.) es difícil con obras de mayor longitud y permite atender a los diferentes intereses del alumnado. La ficción breve, además, se presta a actividades tradicionales (dictado, paráfrasis, resumen...) pero es especialmente agradecida en su manipulación lúdica. Con un microrrelato es posible: intentar retenerlo en la memoria (dictado a posteriori), buscar la palabra que falta, cambiarlo de tiempo o de narrador, proponer otro final o título... Aunque cualquier fragmento admite estas variaciones, el hecho de que el microrrelato constituya una unidad completa las facilita enormemente a los alumnos de edades tempranas, que producen otros textos susceptibles de comparación y evaluación con el original. De este modo interiorizan los niños esa cualidad maravillosa de la literatura que algunos han dado en llamar pertinencia: toda palabra es relevante, todo cambio provoca una nueva lectura y un nuevo texto. Pocos géneros manifiestan de mejor forma el poder de las unidades mínimas para ejercer una influencia decisiva en el conjunto.

      Desde el punto de vista de la creación algunas ventajas son las siguientes:

1.- Se adecua perfectamente a la mentalidad de los niños. La comprensión, que podríamos calificar de intuitiva, de las técnicas narrativas microficcionales tiene mucho que ver con la pertenencia a una época en la que la elipsis, la condensación, la sorpresa, forman parte de la decodificación cotidiana del niño. No en vano se mensajean por teléfono, leen twitter, se exponen a mensajes publicitarios escuetos e impactantes. Las claves de la brevedad forman parte de su imput comprensivo en mayor medida que la de adultos que han crecido en otro tipo de códigos, facilitando el acceso a un género que les resulta tremendamente cercano.

2.- Corresponde al desarrollo evolutivo del lenguaje. Nuestros primeros intercambios lingüísticos se establecen a partir de frases cortas y precisas. Luego aprenderemos a desarrollar, a adornar, a adjetivar, pero en principio, los seres humanos vamos a lo esencial: llamar a mamá, pedir agua, contar que en el colegio hoy hemos aprendido las vocales. Sería lógico, consecuentemente, que comenzáramos a producir textos literarios desde la microficción. Si consideramos que la característica definitoria de lo literario no es tanto la elaboración lingüística como la prodigiosa suspensión, casi mágica, de las condiciones de veracidad que afectan a los enunciados (el pacto narrativo), la conclusión es evidente: no existe forma más natural de iniciar ese viaje que hacerlo como iniciamos el camino de la palabra.

3.- Permite trabajar técnicas literarias de manera autónoma, que después los niños podrán trasladar a relatos más amplios, con una incidencia menor de los problemas ortográficos, gramaticales o sintácticos. La corrección de la multitud de aspectos que se aúnan en la escritura dificulta la secuenciación y consecución de objetivos concretos en producciones de mayor longitud. Pero con solo proporcionar la orden de "Personajes literarios", o "Lo contó mi mascota", por poner dos ejemplos, surgen las intertextualidades o la clase se puebla de variadas voces narrativas.

4.- Es un género altamente democrático. No siempre los alumnos más aventajados en la materia son los que producen mejores micros (ni siquiera son siempre los mismos). Quienes los escriben saben de esta propiedad de la ficción breve, que en clase es extraordinaria porque engancha al alumno distraído o desinteresado. Por ello el microrrelato es un excelente motivador y contribuye a elevar la autoestima de los niños.

5.- Facilita actividades relacionadas con el tallereo, las tic y la edición. Los micros tienen una longitud ideal para escribirlos en el encerado, dar nuestra opinión y corregirlos entre todos, provocar cambios, ect... cumpliendo el sueño de cualquier profesor amante de la materia de tener un taller de escritura creativa en clase sin dejarse en el intento las horas y las fuerzas. Otras plancenteras ventajas es que hay muchas posibilidades de compartirlos en red, y se pueden elaborar pequeñas ediciones sin un gran coste económico.

     Resumiendo nuestra experiencia, en clase trabajamos este curso desde la gestación de la idea hasta el objeto material (libro), proponiendo temas semanales y tallereando los alumnos sus textos preferidos. Luego han disfrutado ilustrando los cuentitos, diseñado la portada, y plegado en acordeón un simple folio para producir un pequeño librito. Con un pequeño ejército de 23 niños, una tirada de 200 ejemplares es fácil de asumir en costes, trabajo y tiempo, y un regalo precioso para familiares y amigos. Nuestro próximo objetivo es realizar una intervención urbana poniendo nuestros cuentos a disposición del público. Estamos seguros de que tendrán una fantástica recepción.

     Por ahora, nos enorgullece compartir con los lectores de la Internacional Diez cuentitos en un pozo, los textos de estos micros que mis alumnos han escrito, ilustrado y editado alrededor de un solo tema. Esperamos que les agraden y haber animado a otros profesores a trabajar con el género. Muchas gracias por leernos. 

DIEZ CUENTITOS EN UN POZO. Microcuentos creados por los alumnos del C.P.I. Cabo da Area (Laxe) 

1.- Me tiré al pozo pensando que allí te encontraría. 

Nico

2.- EMPATÍA. Cuando saco agua del pozo, nunca lleno el cubo hasta arriba. No quiero que el monstruo se muera de sed. 

Andrea 

3.- LA FACTURA. Mientras caía en aquel pozo sin fondo, recordé que no había apagado la luz de la cocina. 

Daniel 

4.- NUNCA TE QUEDES SIN COBERTURA. Rumorean sobre la muerte de la niña en el pozo. Se dice, incluso, que mata a los descendientes de los que la tiraron. Por suerte, una semana antes los avisa por teléfono. 

Borja

5.- LLORAR EN VANO. Cuando me caí al pozo, no había salida, ni ninguna oportunidad de escapar. Lo que hice entonces fue pensar en mis penas y llorar para llenarlo. Pero cuando llegué arriba, a lo más alto, solo vi una luz blanca al fondo de la oscuridad. 

Bruno 

6.- EL BRILLO. Me asomé al pozo y vi, en el fondo, algo que brillaba y se movía muy deprisa. Me acerqué un poco más y sentí que tiraban de mí hacia abajo. Desde entonces, eso que brilla y se mueve muy deprisa soy yo. 

Cristina 

7.- AL REVÉS. El pozo se cayó en el niño. Los demás pozos fueron a socorrerlo, pero ya era tarde: el niño había hecho la digestión. 

Víctor 

8.- AGUA DULCE. Cada vez que iba al pozo tiraba un poco de chocolate. Quería que el monstruo me hiciese una tarta. 

Iria 

9.- MISTERIOS POR UN CUBO. Siempre estuvo ahí, pero nunca nos fijamos. Por la noche se tragaba a la gente. Lo supe cuando me pasó a mí. 

Isabel 

10.- SECO. En un pozo de un lugar muy lejano nunca había salido agua. Sin embargo, habían salido monedas, huevos, pelotas de tenis, pelos, trozos de carne fresca, sal, azúcar, ojos, dientes de ratón... Hasta hubo una vez que no salió absolutamente nada. 

Fabio

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1) Microrrelatos: unos gigantes diminutos, en la revista Aula, número 193-194. El interesado podrá descargar su propuesta aquí http://aula.grao.com/revistas/aula/193-educacion-lenta/microrrelatos-unos-gigantes-diminutos