Comité Editorial

26 de abril de 2013

Sommelier

    Alza la copa y observa el contenido, de un color amarillo intenso, brillante, con tonos dorados, parecido a la melena de Clara bajo el sol del mediodía. La agita ligeramente y comprueba que casi no se perciben las lágrimas en el cristal. Mejor así. Acerca la nariz y nota el aroma de frutas blancas, como la pera, el albaricoque o aquella piel saliendo de la ducha. También distingue unos toques florales, muy tenues, puede que rosa. Prueba un poco y lo paladea. Dulce, como sus besos; ácido, como su humor; fresco, como su sonrisa. Una vez engullido, descubre que el sabor es persistente, como el recuerdo de la última discusión, y con un punto agrio, igual que una despedida inesperada. Lanza la copa al suelo y se termina la botella de vino bebiendo a morro.

Víctor Lorenzo Cinca

6 comentarios:

  1. Es lo que tienen los excelentes vinos...

    Me he quedado como niño con golsina que no sabe por donde entrarle, mientras que la boca le saliva a cien.

    Saludos :-)

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  2. Vaya, Víctor, ahora lo entiendo todo. Me encanta, muy merecido premio.
    Un abrazo

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  3. Lleno de color, lleno de rencor y con un poco de humor...Qué fácil es leerte, amigo Victor.

    Besicos

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  4. Como todo lo que escribes, Víctor, hermoso.

    Mi abrazo y mis felicitaciones.

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