Al término del concierto, un aura hipnótica envolvía el lugar. Para los habitantes de aquel pequeño pueblo enclavado en medio de la nada, solo un ser sobrenatural podía crear y ejecutar música como la que, si se escuchaba con atención, aún flotaba en el ambiente. A su vez, satisfecho de su auditorio, el músico era consciente de que solo seres sobrenaturales, como los que habitaban aquel pequeño pueblo enclavado en medio de la nada, podían comprender el significado de su obra.
José Manuel Ortiz Soto, I Antología Triple C, Macedonia, 2012.
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Un músico tocando para seres especiales habitando en medio de la nada, tiene que ser extraordinario. Saludos Felicidades
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