De tanto pintar pájaros salió volando por la ventana. Se sentó en la copa de un árbol y dibujó una escalera para que la mujer, los hijos y el perro subieran a visitarlo. Y volaba, todo el día volaba. Una mañana escuchó una voz: “No cambie su sombra por el viento”.
Entonces bajó del árbol y con una pluma del ala del sombrero abrió la puerta de su casa. Comió unas migas de pan y siguió pintando pájaros con un equilibrio perfecto, quizás por la experiencia adquirida en los últimos vuelos.
Javier Villafañe, Javier Villafañe para adolescentes: Poemas y relatos inéditos, Editorial Atuel, 2006.
Buen relato, en mis pinturas hay pájaros, me identifico
ResponderEliminar