Continuando con nuestro proyecto “CALENDARIO MICROCUENTISTA 2016”, les proponemos la siguiente imagen como disparador al concurso de microficciones del mes de Marzo.
Recibiremos en el cuadro de comentarios de aquí abajo, hasta el 31 de marzo 2015, las microficciones de todos los interesados en participar. Los textos recibidos deberán cumplir con las siguientes Bases y Condiciones:
Recibiremos en el cuadro de comentarios de aquí abajo, hasta el 31 de marzo 2015, las microficciones de todos los interesados en participar. Los textos recibidos deberán cumplir con las siguientes Bases y Condiciones:
1. Podrán participar personas de cualquier nacionalidad mayores de 18 años.
2. El tema del concurso será libre, aunque debe estar relacionado de alguna manera con la imagen propuesta.
3. La microficción deberá estar escrita en castellano y ser inédita: no puede haber sido publicada con anterioridad en ningún espacio físico (libros, revistas, prensa, etc.) ni virtual (blogs, revistas digitales, portales web, etc.). Tampoco podrá estar participando en otro concurso ni esperando fallo de un concurso de la actualidad.
4. El texto no podrá superar las cien (100) palabras. Cada concursante podrá enviar hasta tres (3) microficciones en cada concurso mensual.
5. Las microficciones deberán ser publicadas dentro del espacio previsto para "Comentarios" al pie de la entrada en la que se publica cada foto.
6. La fecha límite de recepción de microficciones será el último día de cada mes.
7. Vencido el plazo, un jurado invitado elegirá cada mes al texto ganador y dos menciones especiales. Los tres textos seleccionados serán publicados en la Internacional Microcuentista. Los resultados se darán a conocer en el transcurso del mes siguiente.
8. A fin del 2015, la Internacional Microcuentista elaborará un calendario digital, de distribución gratuita, que contendrá las doce imágenes con los doce textos ganadores. También podrá imprimirse en papel.
9. El envío de trabajos implica la aceptación total de estas bases y la eventual inclusión de su microrrelato en el "Calendario Microcuentista 2016".
10. Las microficciones que no cumplan con estas Bases no serán tenidas en cuenta para el concurso.
La imagen correspondiente al mes de marzo de 2015 corresponde al fotógrafo Christian Pereira Rogel.
Los invitamos a participar dejando sus textos como comentario.¡Anímense!
DESEO
ResponderEliminarSopló el diente de león y la maraña de la incertidumbre ocultó el sol que calentaba la ciudad que la llamaba.
DE VIAJE
ResponderEliminarLa tierra ya no era la de antes, por eso hizo las valijas y se fue por el agujero de gusano más cercano.
Sueños
ResponderEliminarOcultos tras las sombras y los brillos de las mentiras están nuestros sueños, imposibles, tan lejanos.
AMANTES
ResponderEliminarNos refugiamos en la copa de un árbol. El destello de nuestra pasión, nos delató.
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ResponderEliminarEL ÁRBOL DE SHANGHÁI
ResponderEliminarLa naturaleza siempre se abre camino. Primero fue una flor que brotó del asfalto. Luego fue creciendo y creciendo un árbol hasta que se comió toda la ciudad. En sus frutos negros, muy venenosos, aún se pueden ver las espinas radiantes de la antigua civilización.
MICRORRELATO Y PLACER
ResponderEliminarEn la timidez de un sonrojo que se vuelve ardiente, sois cuerpos anudados, fantasías de orgasmos que nacen para envejecer en breve, tan solo al ponerse el sol. Así de fugaz es vuestro destello.
Vislumbre
ResponderEliminarEn la pupila me crece la ciudad para tu árbol.
Skyline
ResponderEliminarEn aquél viaje el sol no nos iluminó
pero entre todos aquellos rascacielos
creció un nuevo amor.
Caer en el arrecife luminoso y convertirse en árbol fue todo lo que ocurrió. Desde entonces ve pasar la vida de forma diferente. El agujero negro quedó difuminado para siempre.
ResponderEliminarCarmen M. Marín
He olvidado el título: EL ROMPIENTE
EliminarAl mirarla supo que si existen dioses, debían de estar paseándose dentro de sus ojos, porque del fondo de sus pupilas oscuras brotaba toda la vida. Antes de decidir si besar su boca, besó aquellos ojos donde podia ver ciudades enteras y divinidades arbóreas fundiéndose en el iris de aquellos lagos de agua salada donde quería sumergirse con ella y nadar para siempre. “Bésam…”, fue lo único que alcanzó a escucharse, porque la última letra había sido pronunciada bajo el agua de aquellos ojos profundos.
ResponderEliminarLOS BUENOS DESEOS
ResponderEliminarLlegó el otoño y el arbolito de navidad replegó sus galas. Los deseos cumplidos se transformaron en sonrisas luminosas y en sonoras carcajadas, se volvieron abrazos y entre tanta algarabía, el amor volvió a ser fuerza motivadora; pero aquellos buenos deseos que no pudieron cumplirse, volvieron con la savia al descanso de la raigambre. Son pequeñas luciérnagas invernando hasta la próxima pascua navideña.
Gaia está perdiendo la batalla.
ResponderEliminarOmar Julio Zárate
EliminarLa declaración universal de los derechos de la naturaleza
ResponderEliminarDespertar con la abundante claridad, era normal en cualquier ciudad de costumbres y culturas bien definidas, fueron esas normas las que dieron origen a la furia razonable de los bosques y los mares. La guerra (que duro mil años) había acabado con la vida de millones de seres vivos inocentes, hasta el instante en que ambos bandos, hombres y bestias se reconocieron el día primero del primer mes y por fin se logro firmar el acuerdo que aquellas protestas gritaban al aire sin ser escuchadas.
EL AZAR
ResponderEliminarY fue total el eclipse. El cono lunar sombreó toda la tierra. Era el quinto ese año. Su magnitud fue tan fuerte que la ciudad se quedó en el más absoluto silencio y oscuridad. Las sombras tomaron el mando y salieron de las paredes, de las alcantarillas, de los rincones... y gritando su sin sentido y sus palabras sin voz, quisieron alinear la tierra al sol.
Un equilibrio que estabilizara la naturaleza con el creado. Una tregua entre la latitud y la longitud, entre la elíptica oval de esos mundos.
Pero una exposición excesiva, quiso que los cegara para siempre.
Universo desconocido.
ResponderEliminarNadie lo diría. El mimo escenifica una postura elegante, la sonrisa perenne. Oculto bajo el pie posado en el suelo se esconde el único agujero negro del universo desconocido. Allí mismo, en una ciudad inocente, plena de luz, un niño echa unas monedas en el sombrero raído del artista. El mundo empieza a girar desde ese punto exacto, mientras el padre del niño le tira y le tira del brazo con prisa mayúscula.
Silentia.
ResponderEliminarEl círculo era perfecto. Poseía la mayor energía para no dejar de girar en eones y no dejaba reflejar nada de su fuero interno. A salvo de ataques del todo emotivos, un conglomerado áureo de luces promete la dicha. Lo malo y lo peor es que lo cumple sin nada de pasión en el verbo. Con voces tronantes, en la ciudad solo se escuchan silencios.
La ciudad vive en mí.
ResponderEliminarÁmame y mírame fijamente a los ojos... A lo más profundo y oscuro de mis ojos, querido... El anciano borracho dormitaba, quizás moría, en una acera gris de la gran ciudad. Algo le escucharon balbucir mil millones de veces. La ciudad vive en mí, la ciudad vive en mí...
ORIGEN
ResponderEliminarCumpliendo con la infinitesimal probabilidad de que todo lo pueda pasar efectivamente ocurra, en aquella mota de polvo explotó la vida.
ECHANDO RAÍCES
ResponderEliminarEn cuanto el proceso se estabilizó, el hombre menguante empezó a pensar en un huerto.
El orden de la naturaleza
ResponderEliminarAntiguamente no había lucha. La naturaleza reflejaba el orden, la evolución, la belleza pura… Pero entonces el ser humano creó la tecnología y las grandes ciudades. Y el ser humano se alejó de la naturaleza ¿Cuándo volvería el ser humano a estar en unión con su orden, a respirar y abrazar a los árboles? Con el tiempo la humanidad aprendió a respirar alquitrán y abrazar a los coches que pasaban por debajo de sus altas construcciones.
El círculo.
ResponderEliminarTodo se repite, una y otra vez. Fatal palingenesia, tan sólo el tiempo es infinito. Piérdete en el círculo. Redescubre la eternidad. El muchacho no estaba dispuesto a aceptar sus propias divagaciones cuando salió tambaleándose de aquel bar. Las tenues y artificiales luces ya se desvanecían, y el alba le daba los buenos días. Entonces se dio cuenta de la ingente cantidad de whisky que había tomado. De nuevo.
Todo se repite.
Una y otra vez.
ResponderEliminarDescubrimiento
El chico miró el cielo de sus ojos, que no era blanco del todo. Su pupila negra tapaba el sol. Descubrió que la chica había dejado atrás el árbol infantil que él habitaba todavía y era inquilina de los edificios adultos, altos y bien iluminados, que van de las doce a las nueve menos cuarto.
Allí estaban reloj y tiempo. Campo y ciudad, oscuridad y luz, ruido y silencio. Todo en el iris y alrededores de sus ojos.
Supo que se alejaría por miedo y que ella lo había sabido primero.
DOLOR
ResponderEliminarSiento una punzada continua, brillante, dolorosa que me ciega. Ahí vuelve, lacerando mi alma con su veneno.
Uno, dos, tres, cuatro, cinco... respiro profundamente, buscando la calma en mi interior.
La punzada se vuelve más aguda. Solo veo un enorme dolor, refulgente, que me envuelve y se apodera de mi ser.
No hay escapatoria.
HOLOCAUSTO
ResponderEliminarEmpezaba a oscurecer, pero quise celebrar la primavera tumbado sobre la hierba, sin importarme la leve acupuntura de las agujas de los pinos. De la rama de uno de ellos colgaba un nido de oruga procesionaria. Medité sobre la fortuna de haber nacido humano y no insecto de estrecho cerebro. Dudé de mis ojos al ver oscurecerse aquella masa algodonosa, de cuyos bordes sobresalían aristas de rascacielos. Cuando la bolsa aterrizó sobre mi cara fui el primero en conocer esa civilización avanzada y dañina, en avistar a la humanidad diezmada por la plaga definitiva.
CATACLISMO
ResponderEliminarLe pedí la luna y me la trajo en pleno día. Tras el impacto todo el planeta se desintegró, pero sólo yo supe que el mundo había muerto por amor.
Venganza natural
ResponderEliminarLas raíces del viejo sauce tornaron en un agujero negro que se tragó la ciudad de un solo bocado. Nadie, ni el más visionario de los hacinados fue capaz de ver el árbol, menos aún podría vislumbrar el futuro.
ASTRO REY
ResponderEliminarPrimero rascamos los cielos muy alto, tan alto que conseguimos eclipsar definitivamente el sol. Después engullimos la naturaleza, toda ella, menos el último árbol, que se rebeló y consiguió echar raíces pasando a ocupar -con todos los honores- el título vacante. Eso nos salvó.
SUEÑO
ResponderEliminarNaturaleza y modernismo, las dos luchando por salvar su existencia y bajo el conjuro de la vía Láctea, herirse de muerte. Por suerte desperté... y ¡les salvé la vida!
Saldar cuentas
ResponderEliminar¡Mamá! - gritó. Entonces su voz se alejó con la misma velocidad de esa bala que atravesaba la pared terminando en el cuerpo de la mujer. No se había equivocado, él volvería y cobraría sus cuentas. Entonces se apartó y pudo observar a través del agujero en la pared que el sol brillaba afuera, pero dentro estaba el dolor, la muerte de su madre.
¿Por qué mamá? se preguntaba confundido en el llanto. Solo el humo blanquecino de la explosión de la bala lo escuchaba.
NATURALEZA MUTANTE
ResponderEliminarUn dron abeja llevó el polen urbano de aquella moderna ciudad hasta el nido de golondrinas de un pino piñonero en flor. La lluvia y el sol permitieron que germinara y la transformación genética de la naturaleza comenzó. Hoy, una nueva especie, híbrido de ave y mamífero, domina el mundo.
«Homo ad circulum»
ResponderEliminarJohn Michell teorizó que tanto el Imperio Británico como el resto del mundo reposaban sobre el contorno de un círculo. «Lo que implica —señaló— que nuestra realidad es bidimensional». Dichas afirmaciones le valieron a Michell la expulsión de la Real Academia de Ciencias, amén de la mofa descarnada del vulgo. No obstante, el sabio perseveró en su teoría, hasta que desarrolló un artilugio, al cual apodó «Zeta», para acceder a la tridimensionalidad. Poco después, en pleno proceso de exploración, pudo observar que el círculo era negro. «Como una estrella oscura», pensó, antes de ser atraído irremediablemente hacia su interior.
Cuando ocurrió el primer eclipse total, los hombres tomaron conciencia de la importancia del sol, y empezaron a adorarlo.
ResponderEliminarOSISI
ResponderEliminarMuchos años atrás, le llegaron rumores de grandes mazacotes que habían aparecido al borde del bosque. Osisi fue creciendo. Era el más alto de sus hermanos; a todos había superado. Un día, los vio a lo lejos. Pensó que era imposible que llegaran al fondo del bosque. Sin embargo, año a año, aquellos monstruos avanzaban. Sus esclavos exterminaban sin piedad a los hermanos de Osisi, que lloró por cada uno de ellos. ¿Quiénes eran esas bestias? Rezó a Dios para que los castigara. Comprendió que sus plegarias no habían sido escuchadas cuando la motosierra comenzó a cortar su tronco.
Temeridad
ResponderEliminarDesafié al sol y lo miré de frente. Primero vi un punto negro, al poco un agujero considerable y finalmente me quedé en la más completa oscuridad. Fue una experiencia inolvidable, de las que duran toda la vida.
Necesidad
ResponderEliminarHabía una vez un árbol que buscaba más luz.
¡Me encanta tu microrrelato!
EliminarTiempo y Amor
ResponderEliminarLa Primavera llegó con retraso. No hizo calor aquel Verano. En Otoño las hojas no cayeron. No tuvimos nieve en Invierno. Pero tú y yo, juntos en nuestro mundo, ajenos a todo, nos prometimos Amor eterno. Después, salió el Sol...
Búsqueda
ResponderEliminarSu telescopio le mostraba indicios de una gran ciudad: rascacielos, luces, pomposidad, movimiento. Pruebas suficientes que le hacían comprender que en la Tierra aún no existía Vida.
Las torres de Babel
ResponderEliminarDios ha muerto, pero aun así queremos alcanzarlo.
DESPLAZADAS
ResponderEliminar- ¿La vida está del otro lado?, preguntó la niña con su nariz sucia por la ceniza.
- No linda -contestó su madre- La vida la llevas dentro.
- Entonces no quiero soplarme la nariz para que no se salga como le pasó a ellos –Dijo señalando con su dedito las ruinas de la última granada frente a su casa.
Se sacudieron el miedo y comenzaron a caminar.
MININOS
ResponderEliminarLos gatitos antes de nacer hacen travesuras. Aruñan el cielo y creemos que son estrellas fugaces. Saltan sobre charcos de luz para ver con su brillo y nos hacen creer en estrellas brillantes. Mueven la cola y creemos que el viento sopla las nubes y para no mojarse nos tiran el agua en forma de lluvia. Traviesos.
A la ciudad brillante, ordenada y recta le creció un árbol sin mesura. Un árbol oscurísimo que oculta un secreto entre sus ramas.
ResponderEliminarNombre del microrrelato: Lo que está obligado a convivir.
EliminarAL REVÉS
ResponderEliminarLo que ocurre al ver lo contrario, es que se ve lo propio por la espalda. Si uno mira hacia abajo, ve lo más alto del otro. Cuando se ve hacia atrás, se mira alejarse lo que ya se soltó. Siempre hay que buscar del otro lado.
Lo importante no es tan obvio y casi siempre viene al revés.
Desarrollo
ResponderEliminarEl mundo quedó convertido en una bola de fuego. Una mezcla de luces fulminó los ya secos árboles. Lo llamaban civilización, progreso. Preferimos acuñarlo como destrucción. El terror llego, nos pilló construyendo.
RASCACIELOS
ResponderEliminarEn su casa en el árbol, sobre la mesa, hay una bola de cristal. Adentro, se apiñan los edificios. Dándola vuelta, la agita y ve nevar sobre ellos. Ignora que alguien más, dentro de un minuto, hará que nieve sobre su casa en el árbol.
©Mariángeles Abelli Bonardi
(Neuquén, Patagonia Argentina)
11 de marzo de 2015
Cataclismo
ResponderEliminarEl principito recorre su planeta como todos los días, pero esta vez algo ha cambiado, el baobab que amenazaba con destruirlo ha echado raíces en otro mundo, ahora el pequeño astro cuelga cual manzana de su rama. Perplejo, el pequeño príncipe, valora qué nuevos cambios habrá de afrontar. Quizás la maduración y descuelgue sean inminentes.
ECLIPSE TOTAL
ResponderEliminarTres días después, aún desconoce el tema sobre el que escribir.
La foto no está en braille.
Ocaso
ResponderEliminarMaravillados por la oscura esfera, contemplamos la vorágine espiral en el cielo. Fuimos succionados. No tuve tiempo de advertir nuestra extinción.
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ResponderEliminarPANDEMIA
ResponderEliminarNi Ra se libró del maldito cáncer.
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ResponderEliminarOBJETO DE COLECCIÓN
ResponderEliminarDijeron que iba a ser el eclipse del siglo. Manadas de curiosos equipados de cámaras y protecciones oculares tomaron la terraza del más alto de los edificios. Se produjo un murmullo de satisfacción cuando una bola negra comenzó a ocultar al astro. Extrañamente, el tamaño de la mancha aumentaba por momentos. Aquella negrura se detuvo cuando ocupó casi todo el cielo. La abducción fue instantánea. Un coleccionista de ciudades y criaturas aguardaba en otra dimensión.
INCONSCIENTES
ResponderEliminarLos hombres no fueron conscientes, o miraban para otro lado con indiferencia. Ya era tarde cuando comprendieron que iluminaban las ciudades a costa de apagar su planeta.
Malas nuevas
ResponderEliminarLa cadena de televisión inició el noticiario con una primicia.
-Un satélite de la NASA ha conseguido la primera evidencia gráfica de un agujero negro descubierto en nuestra propia galaxia, la Vía Láctea.
La señora de la casa apagó el televisor, harta de malas noticias.
-Subirá la leche otra vez -comentó ella.
-No hay día sin corrupción -añadió él.
EMIGRANTE
ResponderEliminarTodavía diviso por mi escotilla las llamaradas y el humo que devoran a mi querida Tierra. La cerrazón y la inconsciencia provocaron el gran incendio, y desde entonces, vago por el espacio en busca de un rincón donde poder vivir sin cápsulas ni escafandras. Me aterra la soledad y la suerte que me aguarda, pero la esperanza no pide pan ni combustible, y no voy a perderla.
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ResponderEliminarMAL DE ALTURA: EMJAMBRE EMOCIONAL
ResponderEliminarNi su vértigo a la soledad…. ni la soledad de la gran colmena… ni la gran colmena que forman sus numerosos amantes... ni el reflejo ambarino de un sinfín de celdas luminosas… Lo que realmente marea, inquieta, insatisface y ciega a nuestra reina es comprobar el acecho permanente de esa maraña negruzca que cuelga de la nada.
A veces, asomada al vacío, la reina siente cómo mengua su cuerpo… hasta convertirse en una simple obrera.
Amparo Martínez Alonso
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ResponderEliminarPOR TRATARSE DE USTED
ResponderEliminarYo, señor, si me subí al árbol fue como un gesto de distinción. Digamos que me resulta más aristocrático vivir entre las ramas. No sé por qué les molesta que permanezca aquí arriba. Por eso, le ruego que deje de apuntarme con esa pistola: ninguna de sus amenazas me hará bajar de aquí. Tengo cuanto necesito, además de una perspectiva inmejorable. Para que me entienda, estoy blindado contra cualquier tipo de soborno. No pretenderá que, a estas alturas, me ponga a caminar a dos patas para que los demás se percaten de mi cojera. Yo que usted, también subiría ¿Le ayudo?
ENVIDIA
ResponderEliminarEl sol se presentó a la fiesta con el disfraz de luna nueva, pero los poetas le ignoraron.
ECLIPSE
ResponderEliminarRápidamente todo fue penumbras. Débil, casi como extinguiéndose, el espectro lacerado del árbol de la vida luchó por mantenerse erguido, allí entre las sombras... sombras y nada más que éso. Y fue entonces cuando la ciudad encendió sus luces. Ella sí sobrevivió.
Noctámbulos
ResponderEliminarLo hacen con la energía de todo deporte, a primera hora, justo para que el primer rayo los penetre al filo del orgasmo.
LA ESPERA
ResponderEliminarAquel mediodía de Marzo, augurado, por fin había llegado.
Las multitudes sin rostros se arremolinaban en mi mente, dándole un sentido memorable y horrendo a aquella espera.
Nadie sabía a ciencia cierta si el fenómeno acontecería.
Expectantes, mirábamos al rojo cielo.
Cuando por fin comencé a vislumbrar los brillos, el pequeño planeta azul, con sus altos y soberbios rascacielos, caía vertiginoso fuera de su órbita, ante la mirada atónita de todos los que por un momento pensaron que los ignorantes terrícolas, por fin podrían dar paso al entendimiento.
Lloré, como solemos llorar en Marte, con lágrimas de palabras.
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ResponderEliminarGENERAL SHERMAN
ResponderEliminarDe sus años ha perdido la cuenta, pero recuerda muy bien el día en que los vio en el horizonte; llegaban con ruido y con tufo a cemento caliente.
En vano envió a sus emisarios, que volaron de regreso: los dueños de medio mundo vienen por la mitad que les falta.
Solemne y gallardo, se yergue en su verde uniforme. Quiere parecer grande, aún más grande… la secuoya más grande del ejército de Giant Forest.
©Mariángeles Abelli Bonardi
(Neuquén, Patagonia Argentina)
19 de marzo de 2015
Voraz
ResponderEliminarSentados sobre el césped todavía húmedo y de cara a las grandes torres iluminadas, su tímida declaración llegó a mis oídos:
—Necesito que nos tomemos un tiempo.
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ResponderEliminarEstallido.
ResponderEliminarEstábamos disfrutando en el salón un momento íntimo cuando... Oímos un silbido, algo pasó casi rozándonos las cabezas. ¡Un disparo!. Nos volvimos y para sorpresa nuestra, había impactado en el espejo que estaba frente al ventanal. El espejo, en el que se reflejaban aquellos rascacielos que tanto nos gustaban y el árbol centenario del parque, donde tantas veces nos cobijamos.
EL SAUCE LLORÒN
ResponderEliminarDesde que Ludivina apareció inerte, balanceándose, en el sauce del jardín, del tronco empezaron a brotar robustas ramas que se llenaron a su vez de hojas frondosas.
Charles siente que aquel árbol no le quita ojo, que parece avanzar día tras día hacia la casa. Una mañana, frente a la puerta, encuentra al sauce con los brazos casi desnudos llorando todas sus hojas y el árbol le dice que suba y que se convierta en el brote que abata su rama más alta, que para ninguno de los dos será posible un invierno sin Ludivina.
María Fraile
Saberes
ResponderEliminarLa lluvia de fuego que devoraba el planeta cambió en una hábil combinación de teclas, a la pantalla plagada de fórmulas. Su madre había entrado al cuarto cargada de camisetas recién planchadas.
La observó hurgar en los cajones.
–Tienes que sacar la basura – pronunció ella, percha entre los dientes.
– Pero mamá… estoy estudiando….
Ella levantó un poco la persiana y él parpadeó.
– Ya, ya veo. Te vendrá bien respirar un poco de aire fresco.
Salió del cuarto cerrando la puerta. La pantalla volvió automáticamente al planeta ardiente.
– Ten cuidado con el fuego…. La ventana abierta podría avivarlo demasiado
UTOPÍA
ResponderEliminarAmanece. La colmena iluminada de modernidad despierta y pende, entre el bullicio transitado y complaciente
de cenicientas descalzas y el infierno propio.
UTOPIA
ResponderEliminarAmanece. La colmena iluminada de modernidad despierta y pende entre el bullicio transitado y complaciente
de cenicientas descalzas y el propio infierno.
l
ResponderEliminarUTOPÍA
ResponderEliminarAmanece. La colmena iluminada de modernidad despierta y pende entre el bullicio transitado y
complaciente de cenicientas descalzas y el infierno propio.
UTOPÍA
ResponderEliminarAmanece. La colmena iluminada de modernidad despierta y pende entre el bullicio transitado y
complaciente de cenicientas descalzas y el infierno propio.
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ResponderEliminarNATURALEZA MUERTA
ResponderEliminarLas raíces del último árbol de la tierra se transformaron en una ciudad iluminada; en la que habitan hombres que, juntos con los pájaros, buscan un lugar donde anidar.
Ramas deshojadas; la desnudez de la naturaleza se ennegrece por la codicia humana. Rascacielos despoblados; la huida del hombre de sí mismo para buscar la luz que ilumine de nuevo la naturaleza.
ResponderEliminarEn busca de la luz
EliminarEL DISPARO
ResponderEliminarDesde que ayudé a papá a limpiar con un paño la escopeta y le apunté como en la tele y luego todo se llenó de olor a pólvora y a humo, y vinieron unos policías y me arrastraron por la alfombra del salón... los Reyes Magos ya no me traen insignias de sheriff, ni pistolas.
Solo ceras y acuarelas.
Mami llora cuando ve mis dibujos.
Cosa de dos.
ResponderEliminar-Qué me ocultas, mi tesoro ?
-Eso depende, mi amor.
-Y tú quien eres, mi cielo ?
-Yo soy tu luna, mi sol.
Nueva era
ResponderEliminarExiste un mundo donde por cada tres árboles plantados se construyen 5 modernas edificaciones bajo el ideal del bien común.Lo llaman civilización.
La Flor de la Galaxia, por Javier Ximens
ResponderEliminarEn su perenne soledad, se arrepintió de haber confundido las lenguas. Por ello sembró el firmamento de galaxias y —cada nuevo milenio— coloca flores secas en las puertas del Cielo, para ahuyentar los malos espíritus que le aconsejaron.
Del otro lado
ResponderEliminarAl asteroide, que se desplazaba sin rumbo no le dejaban de salir protuberancias. Bloques de oficinas inundadas de luz, bosques de secoyas y edificios atiborrados de gente, que con la vertiginosa velocidad del cuerpo celeste, caían en picado y se colaban sin poder evitarlo por los agujeros negros esparcidos por la ruta. Algunos de los residentes encontraba la salida en el envés de aquellos huecos oscuros y aparecían, como si nunca hubiera pasado nada, en sus camas, con las sábanas embozadas. Apenas, algo despeinados.
Las flechas del amor
ResponderEliminarNo se anduvo por las ramas. Un disparo certero atravesó el corazón de la ciudad, que quedó rendida a los pies de especuladores, empresarios, gobernantes y magnates. Una vez más, Cupido se puso del lado de los poderosos.
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ResponderEliminarMedidas cautelares
ResponderEliminarVivíamos tiempos de desencanto. A la menor contrariedad sentimental, económica o afectiva, la gente se quitaba la vida de las maneras más dispares. Sin embargo, con la última explosión de urbanismo, empezó a ponerse de moda arrojarse desde las azoteas y ventanas más altas de los rascacielos que proliferaban por el extrarradio. Ni los servicios de emergencia, primero, ni los de limpieza, más tarde, daban abasto para retirar los cadáveres despanzurrados contra la calle. El pleno del Ayuntamiento convocó de urgencia un Gabinete de crisis. Habría que tomar medidas. Decidieron por unanimidad suprimir el centro de la ciudad.
RAÍCES
ResponderEliminarCuando sintió que nada la retenía, dejó de ser árbol y sus pies caminaron por todo el mundo.
Rita Rodríguez
Barcelona
NECRÓPOLIS
ResponderEliminarEn mis viajes exploratorios por el Universo arribé a un planeta minúsculo, luego de atravesar una enmarañada y densa trama de pequeños asteroides.
Cual si fuera un erizo de metal, vidrio y cemento, los rascacielos se alzaban en toda la superficie.
“Extrajimos de sus entrañas todo lo útil”, explicaron.
“Lo redujimos a su mínima expresión”, agregaron.
Adoraban al único árbol.
Cuando nacía un niño, un voluntario dejaba su lugar en el planeta: trepaba hasta la rama más alta y se soltaba. Los cuerpos permanecían orbitando.
Cuando partí presté más atención a los asteroides y pude ver algunos rostros.
Sonreían.
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ResponderEliminarEl sueño del guerrero
ResponderEliminarAgotado, después de una eternidad sin descanso, se deja vencer sobre un lecho de nubes y se va apagando poco a poco, poco a poco, poco a…
Memorias de un aviador
ResponderEliminarA pesar de los cálculos de los astrónomos, las predicciones de los adivinos, las profecías de los agoreros y los pronósticos de las casas de apuestas, la población terráquea seguía enmarañada en su mundo virtual. Muy pocos llegaron a creer que aquella piedra estelar chocaría contra el planeta, sin embargo, el día previsto, atravesó el centro de Manhattan y, tras perforar el océano Índico, siguió en dirección al espacio. Muchas ramas de baobab quedaron enganchadas en algunos edificios, y hubo testigos que afirmaron haber visto, sobre su superficie, a un niño que vestía una extraña casaca.
PARADOJA
ResponderEliminarSiendo día fue noche. Siendo deseo fue eclipse. Y en un ir y venir de sueños, fui tuya esa mañana extraña de luz y caricias.
Caprichosa
ResponderEliminarProvocó que recorriera el mundo entero, adelgazase veinte kilos, se operara la nariz, creciese doce centímetros. No contenta con ello, le pidió una perla natural de la Atlántida. Con la joya en su mano, le demandó un reto mayor: «Descubre una estrella y bautízala con mi nombre». Poco después, una galaxia nueva se llamaba Jasmine. Le reclamó, entonces, un viaje a la luna, un centauro, unas alas angelicales y hasta una canción compuesta por John Lennon. Por eso, advirtiendo que se quedaba sin pretextos para entregarse a ese adefesio elegido por su padre, le exigió que apagara el sol.
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ResponderEliminarPara que no me olvides
EliminarDices que ya me has olvidado. No me lo creo. Dices también que ahora tus recuerdos son como un agujero negro con pequeñas trazas de nuestra vida, donde arboles, luces y lugares conocidos se retuercen en espiral, antes de ser devorados por la nada. Eso, tampoco me lo creo. Por eso te insisto día tras día. Me siento en el suelo, apoyo mi cabeza en tus rodillas y desafío a tu memoria enferma y la reto a recordar, llamándote una y otra vez por tu nombre: Papá
Mercenarios
ResponderEliminarUna noche desaparecieron del cielo la Osa Mayor, Andrómeda y Casiopea. Los astrónomos lo quisieron ocultar y lanzaron hipótesis rocambolescas del suceso. Pronto se tuvieron que desdecir en las redes sociales cuando, a dicha ausencia, se le sumaron la de Marte, Venus, Júpiter y el lejano Plutón. Nadie entendía nada y el pánico se apoderó del mundo el día que la Luna dejó escrito en el lugar de sus coordenadas una despedida muy sentida. Entonces, ya no hubo vuelta atrás y, después de una negociación infructuosa, el sol anunció una mañana que se marchaba, también, al sistema planetario emergente Dombar.
Efecto mariposa
ResponderEliminarHabía llegado la hora. Con el esfuerzo guardado durante los meses del encierro logró desbaratar el capullo. Una a una aparecieron sus alas, mezcla de naranjas, azules y negros. El primer aleteo casi no se sintió, pero su vuelo de bautismo fue tan vertiginoso que comprendió por qué los hombres la harían responsable del tornado que se avecinaba.
DESTELLOS Y SOMBRAS
ResponderEliminarEn la luna nos hicimos inmortales. Esperamos, con paciencia, el día previsto para el eclipse total de tierra y ver el resplandor de nuestro antiguo planeta.
Deslumbrados, desde un mirador de la luna apreciamos los rascacielos y los árboles. Una mezcla de destellos y sombras. De vez en cuando, veíamos agitarse las ramas de un árbol frondoso que, en sus raíces, sostenía la tierra. Bien podría ser el algarrobo que plantó nuestro padre, ya hace más de quinientos años.
Recordamos lo que nos dijo: el planeta será devorado por inmensos rascacielos. Plantemos un árbol y lo salvaremos.
La naturaleza cansada de vejaciones, se cobró el último vestigio de civilización.
ResponderEliminarApocalipsis 1
ResponderEliminarLa tierra se ha hecho tan pequeña y oscura, que apenas cabe un árbol desesperado y una ciudad parada de puntitas.
Apocalipsis 2
ResponderEliminarEl mundo nació entre contrastes moderados. Cuando abusó de ellos, solo quedaron la luz brillante de la humanidad y la oscuridad completa que se la tragó satisfecha.
Apocalipsis 3
ResponderEliminarComo fiel centinela, un árbol oscuro e ignorado, trata de despertar a la humanidad para que pueda salvarse. Vano intento, solo miran las luces brillantes, las últimas que quedan.
ÁGALMA
ResponderEliminarAquella representación onírica que la había despertado seguía en su recuerdo con actualidad. Excéntrica, pero no menos real. No conseguía definirla en una forma –o sentido- que le sea conocida, que le permita dejarla atrás.
Recorrió la escena nuevamente. Una deslumbrante estructura voluminosa, de extraño relieve, cautivantemente bella, se erigía entre el desecho. Sintió vergüenza y pudor. Aún así, necesitó mostrar ese objeto precioso, a modo de ofrenda. Él acudió: sus ojos y gestos exclamaron júbilo y fascinación.
Sólo un hombre pudo despejar de entre los restos, aquellos destellos, aquel brillo inédito.
Deseó reencontrarlo.
Carola M.
(Bs. As., 31-3-2015)
ÁGALMA
ResponderEliminarAquella representación onírica que la había despertado seguía en su recuerdo con actualidad. Excéntrica, pero no menos real. No conseguía definirla en una forma –o sentido- que le sea conocida, que le permita dejarla atrás.
Recorrió la escena nuevamente. Una deslumbrante estructura voluminosa, de extraño relieve, cautivantemente bella, se erigía entre el desecho. Sintió vergüenza y pudor. Aún así, necesitó mostrar ese objeto precioso, a modo de ofrenda. Él acudió: sus ojos y gestos exclamaron júbilo y fascinación.
Sólo un hombre pudo despejar de entre los restos, aquellos destellos, aquel brillo inédito.
Deseó reencontrarlo.
Carola M.
(Bs. As., 31/3/2015)
Tecnicidio
ResponderEliminarY Edison dijo, "Hágase la luz"... Y obsequiándonos con la lampara incandescente,
separó la luz de las tinieblas y, con la contaminación lumínica,
nos despojó para siempre de nuestros cielos estrellados.
Tecnicidio
ResponderEliminarY Edison dijo, "Hágase la luz"... Y obsequiándonos con la lampara incandescente,
separó la luz de las tinieblas y, con la contaminación lumínica,
nos despojó para siempre de nuestros cielos estrellados.