Abro la nevera para gritar, para congelar mis palabras de rabia. Meto la cabeza y explosiono frases cortas, directas, sin medias tintas. Una retahíla de ellas acaba con insulto final, como quien marca la pared de un puñetazo para desahogarse. Él, en cambio, está en el comedor con todos, sin que nadie intuya cómo es en realidad. “Saco el postre” les digo. Y sometida brevemente a esa tonificación glaciar, se endurecen mis lágrimas, se estiran los vestigios de pena en mí expresión y se transforma el odio en punzantes témpanos de hielo, todos incrustados como escarcha al fondo del frigorífico.
Sergio Cambrils, Microsergirelatos, 2015.
Qué contento me he puesto al verme, por sorpresa, en vuestra casa. Sin haber desayunado nada ya no quepo en mi.Muchas gracias Internacional Microcuentista y Fernando Sánchez por este detalle que tanto, tanto me llena.
ResponderEliminarSaludos a todos.
Un relato impactante, Sergi. Enhorabuena
ResponderEliminarGenial, Sergi!!! Muy bueno!!!
ResponderEliminarGenial relato Sergi, triste esa manera de congelar la rabia, ojalá pudiera lanzar los témpanos a quien le está dañando. Como ya ha dicho en su comentario Belén, impacta, además es tan visual que casi sentía el frío en mi cara.
ResponderEliminarSaludos.
Una rabia congelada. Muy ingenioso y bien escrito. Enhorabuena, Sergi.
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