Comité Editorial

18 de noviembre de 2012

Semana del 19 al 25 de Noviembre de 2012.



Inocencio XI lo declaró papal e infaliblemente el 24 de noviembre de 1682: los llamados Libros Plúmbeos eran una falsificación, una vil estrategia musulmana para confundir a los cristianos.

Muchos respiraron de alivio. 87 años antes, al derribar una torre musulmana que dificultaba la ampliación de la Catedral de Granada, se encontró un raro tesoro. Junto a un fragmento del Apocalipsis, un pedazo del pañuelo con el que la Virgen enjugó las lágrimas de Cristo, y unos cuantos huesos de San Esteban, aparecieron 21 libros de plomo que, en lenguaje críptico, enunciaban principios de la religión cristiana.

Un papiro aseguraba que todo aquello provenía del mártir árabe San Tefismón, y que San Cecilio lo enterró en aquel lugar para evitar que cayera en manos de infieles.

El arzobispo de Granada, Don Pedro de Castro, saludó el descubrimiento. No dudó en declarar que se trataba del V Evangelio, el que venía a completar las enseñanzas de Jesucristo. Y ahí empezó el lío, porque lo que venían a afirmar aquellos libros es que católicos y musulmanes compartían raíces, enseñanzas comunes y doctrinas cruzadas y claro: después de ni se sabe el tiempo masacrándose entre sí, después de emplear más de siete siglos en obligar a los musulmanes a salir de la Península Ibérica, a ver si esa enemistad no iba a deberse más que a un error doctrinal por falta de documentos…

Los Libros se remitieron al Vaticano donde serían analizados por expertos. En poco más de ochenta años, certificaron su falsedad. Según dijeron, los libros eran un engaño urdido por los moriscos de Granada, los musulmanes que continuaban viviendo allí tras la reconquista cristiana, quienes adivinaban un futuro nada halagüeño para los creyentes de Alá.

Nadie puso en duda la palabra de la Iglesia. A decir verdad, nadie podía ponerla en duda: los moriscos de Granada habían sido expulsados en 1612, y los del resto de la península no estaban en condiciones de contradecir al Papa.

Sin embargo, los Libros Plúmbeos fueron prohibidos y guardados bajo siete llaves hasta el año 2000, cuando fueron devueltos a la ciudad de Granada. Aún así, no se permite que ningún historiador ajeno a la iglesia participe en su análisis, y hay quien asegura que dichos libros son la falsificación de una falsificación. O de una supuesta falsificación…

En la Internacional Microcuentista, esta semana desenterraremos las historias de Juan Pedro Aparicio y Fernando Remitente. Entrevistaremos a ese urdidor de tramas que es Agustín Martínez Valderrama, y aprenderemos con un breve retazo de teoría condensada de Jean-Louis Cifec.

1 comentario:

  1. Lo que daría por poder saber el contenido de esos libros plúmbeos... Una pena tanta cerrazón. Claro, es duro reconocer un error de tantos siglos y que costó y costará tantas vidas.

    Saludos.

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