Minibichario, un pequeño cosmos humano
Por Fernando Sánchez Clelo*
Apenas iniciaba septiembre de 2011 cuando recibí un mensaje de José Manuel Ortiz por Facebook. Me preguntaba si quería participar en una antología de minificciones. Esta invitación fue halagadora para mí, aun sin saber el alcance que planeaba conseguir el antólogo. Creo además que era una pregunta de la que ya sabía la respuesta: era como preguntarle a la abeja si le gusta la miel. Acepté gratamente la invitación.
Cuando conocí la dinámica y recibí la fotografía del insecto del cual tendría que escribir, de inmediato comencé a desarrollar ideas. Tres minificciones fueron el resultado del esfuerzo y de éstas sólo una me convenció. Así me pasa siempre: alrededor de una idea vuelan como moscas tres o cuatro textos, pero al final sólo le doy alcance a una. En fin, que a pesar de trabajar como hormiga obrera sólo obtengo triunfos contados.
El libro de los seres no imaginarios lo tuve por fin a mediados del pasado agosto. Cuando lo recibí, las palmas de las manos me hormigueaban, como cuando de niño sentía dentro de mi puño las cosquillas provocadas por las patas de un chapulín capturado. Mi primera impresión fue un aguijonazo, todo me sorprendió: la calidad del papel, el colorido de las fotografías, el diseño de la portada y la editorial que hasta ese momento me enteré que era Ficticia Editorial. Y sólo hay que leer en la solapa los nombres de los escritores participantes para saber las altas miras con que arrancó el proyecto: Guillermo Samperio, Marcial Fernández, Agustín Monsreal, José Luis Zárate, Edgar Omar Avilés y Agustín Cadena, por nombrar a los que ya trascienden en el ambiente literario mexicano, pero los nombres continúan como una fila de hormigas ficticianas.
Otro de los aguijonazos fue el título. No fue difícil comprender la frase “seres no imaginarios”, las fotografías daban veracidad al título. ¿Seres no imaginarios? Claro, Enrique Ramírez García, Beatriz Hernández Meza y Alejandro Boneta dieron testimonio con sus imágenes de la existencia de estos seres.
Pero al empezar a leer el minibichario me doy cuenta de la contradicción del título: la mayoría de los textos son protagonizados por un ser imaginario. Insectos que desean, piensan, que son apasionados, que sueñan, que sufren crisis de identidad, seres que por ambiciosos son víctimas del engaño y también de la desgracia al caer en las redes de alguna viuda negra. ¿Pruebas? Aquí dos ejemplos:
Seductora
Atraía su atención con delicados movimientos. Un intercambio de palabras, el sensual acercamiento y...
–Es demasiado bueno para no caer –se decían cuando ella comenzaba a envolverlos.
Diana Raquel Hernández Meza
Crisis de identidad
Esa noche tuvo sueños extraños. Soñó ser la primera mujer y ser seducida por una serpiente. Soñó ser un dragón y fracasar en su intento por alcanzar el arca. Soñó ser una niña acosada por un lobo. Soñó ser un empleado que al despertar era una cucaracha. Se soñó personaje del gran Julio y de tanto contemplar fascinado un axólotl terminaba siendo él.
Cuando despertó, respiró aliviada: seguía sobre la verde hoja donde se había abandonado al sueño, y sus seis patas y las redondeces de su cuerpo volvían feliz a su cuerpo de hormiga.
Dina Grijalva
Después de leer una serie de minificciones humorísticas, recuerdo uno de los primeros aprendizajes en la facultad de filosofía y letras en Puebla, en mis clases de introducción a los estudios literarios y abro al diccionario. Dice la Real Academia de la Lengua Española: “Prosopopeya: f. Ret. Figura que consiste en atribuir a las cosas inanimadas o abstractas, acciones y cualidades propias de seres animados, o a los seres irracionales las del hombre.”
Es así como descubro que la mayoría de los seres imaginarios de este libro son un pequeño Gregorio Samsa, en este caso no es la conciencia de un hombre atrapado en el cuerpo de una cucaracha, sino que es un insecto atrapado en las pasiones humanas. Aquí otros dos ejemplos:
Palomilla - Un cuento zen
Entró a la casa atraía por la luz de una vela. Una vez adentro, vio que en la habitación contigua había dos velas y voló hacia ella. Estaba disfrutando ese doble regalo cuando se dio cuenta de que en la habitación siguiente había tres velas. ¡Más luz!, demandaba su espíritu. Evolucionó hacia una estancia donde había un foco de luz eléctrica, luego a un salón lleno de candiles. Cuando pensó que casi había alcanzado la iluminación y que la cámara siguiente lo recibiría con la luz más grande, la Luz absoluta, la palomilla descubrió que la puerta de salida daba al exterior de la casa y más allá sólo había oscuridad: la Oscuridad.
Agustín Cadena
Escarabajo
Tenía sueños de grandeza. Pasaba las horas diurnas posando en el mejor sitio, exhibiéndose orgulloso luego de haber dedicado el alba a acicalar, frotar y lustra hasta el último elemento de su atractiva apariencia. Estaba especialmente orgulloso de sus largas y cuidadas antenas; así, con los primeros rayos del sol, corría a instalarse en el tronco más apetecible, adoptaba una actitud reflexiva, como si escucharan (como si le interesaran) las vibraciones vitales que pulsaban bajo la corteza, y así se quedaba, aguardando impaciente pero impertérrito que comenzara la sucesión de elogios y requiebros, y el aire a su alrededor se llenada de zumbidos pronunciados a media voz.
Un día, un pájaro que sobrevolaba la zona acertó a verlo con buen ojo y, aprovechando la inmovilidad del escarabajo y la velocidad del viento, lo cuchareó con el pico y se lo zampó.
“Qué flaquito”, pensó el pájaro y se fue engolosinado.
Roxanna Erdman
A mi parecer, el minibichario cumple el objetivo principal de cualquier texto literario, que es la recreación del lector. Pero detrás de esos textos humorísticos, la personificación de los insectos consigue burlarse de la inconciencia humana. ¿Cómo lo logra? Lo cómico es una forma de ser irreverentes, la risa es socialmente subversiva. Una sociedad cerrada, autoritaria y despótica se apoya –además de la violencia, la censura y la mentira– en la solemnidad. Así lo dijo el filósofo Adolfo Sánchez Vázquez. La finalidad de la ironía y de la sátira es desvalorizar la solemnidad con que se reviste el poder y la autoridad. Además, Sánchez Vázquez destacó que a través del humor se critica el “despotismo, la corrupción moral, social o política, los vicios privados y públicos de todo género, la prepotencia, el burocratismo, etcétera”. También afirmó que la ironía es una crítica oculta que se debe leerse entre líneas, y si es sutil, es más profunda su burla.
Reír es una forma de ser libres, pues no se puede reír por decreto o bajo coerción. La ironía rodea las páginas del minibichario como las abejas al panal y el lector puede encontrar la ambición en el “La palomilla Cuento zen”, la vanidad en “El escarabajo”, la debilidad en “Seductora” y las dudas en “Crisis de identidad”, por señalar sólo algunos casos, pero el libro está invadido por una plaga de ejemplos.
A fin de cuentas, quizá no se hable de toda la humanidad. Quizá sólo se habla del lector, quien reirá o apartará aquellas minificciones en que se siente identificado y descubra lo que detesta ser o hacer. Por ello la lectura del minibichario es como darle una patada a un avispero.
Un comentario especial requiere el tema de las fotografías, ya que en concursos de minificciones en internet o talleres literarios donde se emplea el recurso de la imagen como un disparador creativo, he notado –muy a menudo– que los textos llegan a depender tanto de la imagen que es imposible comprenderlos sólo con la lectura: se vuelve imprescindible conocer la fuente de inspiración. Temí que esa dependencia se suscitara nuevamente, pero la experiencia y oficio de los autores salva la dependencia de la las ficciones breves a la fotografía. Cada texto es un pequeño engranaje que funciona por sí mismo, sin la necesidad de que la imagen sea un componente semántico.
Y por último, no puedo sino hablar también del ficciominimólogo José Manuel Ortiz Soto, porque es de subrayar su conciencia gremial, rara en estos tiempos en que la vida neoliberal permea en nosotros de manera imperceptible y nos vuelve competitivos, asociales y ambiciosos. Hay que reconocer su esfuerzo por conjuntar el trabajo tanto de escritores de renombre, como de quienes emprenden su incursión en la literatura y cuyos trabajos se quedan ocultos en un cajón del escritorio, bajo el colchón o en el mejor de los casos, en un blog. Y aunque cuando conocí en persona a José Manuel esperaba a ver a un Mauricio Babilonia –rodeado de mariposas amarillas a cualquier parte que va–, esa aura mágica se traspasa al libro: si uno lo toma por el lomo y sacude un poco con golpes pequeños como si fuera una botella de cátsup, encontrará que de las páginas brotan arañas, hormigas, gusanos, mariposas, papagayos, catarinas, avispas, palomillas y demás seres imaginarios.
Es para celebrar la aparición de esta antología, un rompecabezas armado con piezas hechas de pequeños cosmos humanos. Es un libro que si se lee sin cuidado, uno puede resultar con la picadura de una araña radioactiva y transformarse en un asombroso lector araña.
*Fernando Sánchez Clelo nació en Puebla en 1974. En egresado del Colegio de Lingüística y Literatura Hispánica y de la Maestría en Estética y Arte de la BUAP. Ha publicado los libros de ficción breve No es nada vivir (UAP-Siena, 2005), Jauría (Universidad Veracruzana, 2007) y Cuentomancia (UAP, 2008), así como el libro de cuentos No se acaban las calles (UAP, 2011). Fue becario del Fondo Estatal para la Cultura y las Artes de Puebla en 2006 en la disciplina de cuento. Ha participado en antologías como El libro de los seres no imaginarios (Minibichario), Historias de Las Historias, de Alberto Chimal y Piezas cambiantes: Escritores en Puebla frente al siglo XXI. Sus textos también han sido recopilados en diversas antologías virtuales como Ficticia, ciudad de cuentos e historias; en la Antología de la Minificción Mexicana; en Círculo de poesía y Minificciones.com. Para este 2012 prepara la publicación del libro Ficciones a contrapunto.
Estupenda esta entrada, me ha gustado conocer ese "minibichario" y me ha surgido el gusanillo de leerlo completo, gracias por mostránmelo.
ResponderEliminarUn abrazo.