¡Yo estoy hecho de un material duro!
Tengo suficiente autocontrol.
No se me notaba nada, aunque estaba en juego el disciplinado trabajo de largos años, el reconocimiento de mi talento. Todo mi futuro.
–Mi arte tiene que ver con los animales –dije.
–¿Qué sabe hacer?
–Imito sonidos de aves.
–Lamentablemente –dijo, displicente –eso ya ha pasado de moda.
–¿Cómo? ¿El arrullo de la tórtola? ¿El silbido del gorrión de campo? ¿El piar de la codorniz? ¿El chillido de la gaviota? ¿El canto del ruiseñor?
–Demodé –dijo el director, aburrido.
Eso me dolió. Pero creo que no se me notó nada.
–Hasta la vista –dije cortésmente, y salí volando por la ventana abierta.
István Örkény, Egyperces Novellák, Budapest, 1968.
[Versión en español publicada en Cuentos de un minuto, Thule, Barcelona, 2006.]

Hay personas que no saben apreciar el arte y este director es uno de ellos.
ResponderEliminarBesicos muchos.