Es admirable la tarea que realiza Antonio Cruz para dar a conocer sus microficciones. En su provincia natal de Santiago del Estero en Argentina, quizás consciente de las dificultades para acceder desde allí a las grandes editoriales, decidió lanzar una serie de libros artesanales llamados “Cuadernos de microrrelatos”, que publicó bajo su propio sello Colección Albigasta. Cada uno de estos cuadernos, elaborados a pulmón y con mucha dedicación, contiene 56 páginas de pura microficción.
Ya en el primer Cuaderno de microrrelatos, publicado en 2010, Antonio Cruz puso a disposición de los lectores una serie de textos breves que, en su mayoría, fueron escritos durante los años 2009 y 2010, aunque él mismo confiesa que no pudo resistir la tentación de agregar algunos textos inéditos más antiguos y otros pocos que ya habían aparecido en Tío Elías y otros cuentos en el 2006.
Un año más tarde, Cruz lanzó el Cuaderno de microrrelatos II, con otra valiosa colección de textos breves. En ese nuevo volumen, impulsado por el hecho de haber participado en experimentaciones relacionadas con la escritura de series, abordó diferentes temáticas: Samsa, el ajedrez, los psiquiatras, los abogados, los vampiros, y los juegos relacionados a una frase disparadora como "Por favor, sea breve" o el dinosaurio monterrosiano. También se animó a escribir una buena cantidad de textos de menos de ciento cuarenta caracteres, agrupados en un capítulo llamado "Twitteando".
En las páginas de sus Cuadernos, el lector puede encontrar relatos relacionados estrechamente con la vida cotidiana y sus fantasías. La muerte, los fantasmas, las brujas, las pesadillas, el suicidio, los delirios y todos aquellos temas que son patrimonio del devenir propio de toda sociedad, de una región, de un país o de una cultura, sin obviar la reescritura de algunos textos clásicos y la intertextualidad propia de las nuevas formas de escritura.
En las palabras preliminares del primer Cuaderno, Cruz confiesa que su única pretensión es que la lectura de sus textos “provoque sorpresa, arranque sonrisas cómplices, reflexiones y hasta nostalgia en amable connivencia con el simple placer de la lectura”. Sin duda alguna, podemos asegurar que su pretensión ha sido satisfecha. Basta leer, para comprobarlo, alguno de los textos siguientes:
De “Cuaderno de microrrelatos”
Cinturón de castidad
Cuando partió a las cruzadas, Sir Arthur entregó al abad la llave del cinturón de castidad de Lady Laura.
Su sorpresa fue mayúscula cuando, a pocas horas de dejar atrás su castillo, el abad, a galope furioso, alcanzó la columna de Sir Arthur para reclamarle que había dejado la llave equivocada.
Sueño
Despierta empapado en transpiración y con el corazón desbocado.
Acaba de tener un sueño espantoso. Soñó que la muerte llamaba a su puerta.
Todavía aterrado y temblando camina hacia la cocina, abre la heladera y se sirve un vaso de agua. Agradece el haber despertado.
En ese momento alguien llama a su puerta.
De “Cuaderno de microrrelatos II”
Vampiros I
Tomad y bebed todos de él, dijo drácula mientras levantaba un inmenso bidón lleno de líquido rojo y espeso; los vampiros probaron y enloquecieron. Nunca sabrían que el conde era el nuevo dueño de una envasadora de salsa de tomate.
Un peón
"Un peón, un peón... Todo lo que necesito es un peón" pensó el profesor de ajedrez mirando su jardín por la ventana.
Tomad y bebed todos de él, dijo drácula mientras levantaba un inmenso bidón lleno de líquido rojo y espeso; los vampiros probaron y enloquecieron. Nunca sabrían que el conde era el nuevo dueño de una envasadora de salsa de tomate.
Un peón
"Un peón, un peón... Todo lo que necesito es un peón" pensó el profesor de ajedrez mirando su jardín por la ventana.
Antonio Cruz, Cuaderno de microrrelatos (2010) y Cuaderno de Microrrelatos II (2011), Colección Albigasta, Santiago del Estero, Argentina.


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