El escritor argentino Eduardo Gotthelf es un incansable promotor del género brevísimo, no sólo por su constante tarea de difusor de la microficción latinoamericana, sino también porque, desde sus creaciones, ha logrado posicionarse como uno de los escritores de microficción más importantes de la Patagonia Argentina. Prueba de ello, es el reciente primer premio que obtuvo en el 7º Concurso de Microrrelatos Paréntesis, realizado en Málaga, España.
Esta premiación coincide temporalmente con otra importante noticia: el flamante lanzamiento de Paraísos Paralelos, el cuarto libro de minificciones de Eduardo Gotthelf, publicado a finales del 2012 por la editorial rionegrina Axioma.
Al igual que en sus libros anteriores (El sueño robado y otros sueños, Cuentos pendientes y Principio de incertidumbres), Gotthelf se divierte jugando con los mitos, rompiendo las reglas preestablecidas, para imaginarse el otro lado de las cosas.
Tal como se indica en su contratapa, “las brevísimas ficciones de Paraísos Paralelos reinventan el tópico de los plurales universos posibles, para poner el antiguo jardín bajo sitio. Con ahusada ironía penetran el mito y ponen patas arriba a sus venerables personajes. A punta de espada flamígera expulsan, de la pareja originaria sino la culpa, y despejan el terreno para sustituir el Edén canónico por una constelación de mínimos mundos donde la Creación se reinicia en cada lectura.
Estos textos brillan por su ingenio, su humor y su lúdica levedad. Pero cuidado: el ingenio es apenas la chispa de ignición que el humor atiza, y la levedad un juego de espejos. Como ocurre con las navajas, el lado interior es el que corta.”
En este volumen, se incluyen microficciones de diversos tipos: relatos en serie (como “Paraísos paralelos”, “Números binarios y “Creencias”), algunos brevísimos (como los denominados “Tangos”) e incluso hay lugar para unos buenos ejemplos de microteatro (como, por ejemplo, “Entrevista de trabajo”).
Es un libro que puede leerse de un tirón, pero que se disfruta mucho. Y es tan tentador como las manzanas del Jardín de Edén, que caen en manos de una sensual Eva, en el llamativo arte de tapa del libro, realizado por Silvina Báez.
A continuación, compartimos algunas de sus maravillosas creaciones:
Paraísos paralelos
Existen infinitos universos paralelos pero, sólo en el nuestro, Adán y Eva fueron echados del paraíso. En los demás, por diversos motivos, la tentación no funcionó.
Aquella temprana expulsión nos dejó la nostalgia de lo que nunca tuvimos.
Alegrías del deporte
El futbolista empieza a practicar. Con emoción, tocó la panza de su futura mamá.
El sapo encantado
Esa noche, poco antes del beso que pondría fin a su condición, el Sapo vislumbró, en los ojos de la Princesa, su propio destino. Se vio joven y apuesto, luego príncipe consorte, más tarde rey y, finalmente, después de victoriosas campañas militares, emperador.
Parpadeó dos veces, como suelen hacer los sapos. Luego saltó al agua y desapareció arroyo abajo.
Los días contados
-Marisa, ¿te gustó tu fiestita?
-Sí, mamá, ¡me gustó tanto, que quiero una fiesta de cumpleaños todos los días! –pidió la niña con entusiasmo.
Por alguna razón, que no me revelaron, los padres decidieron darle el gusto y organizaron una fiesta cada día. Siempre venía un Cuentacuentos, a veces también un mago o un payaso. Iban rotando los invitados. Algunas tardes chocolate caliente, otras jugo, o bien gaseosas. Globos, juegos, torta.
Fue por aquella razón que Marisa murió a la avanzada edad de 92 cumpleaños, tres meses más tarde.
Eduardo Gotthelf, Paraísos paralelos, Axioma Editores, Río Negro, 2012.

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