Los recordatorios y homenajes a
los grandes artistas que dio el siglo XX jamás cuentan contigo. Y eso que
tenías un talento sobresaliente. 35 centímetros de talento. Gordo como un
antebrazo. Y que nunca decaía.
En los buenos tiempos podías yacer
con más de una decena de mujeres en el mismo día. Primero en el set de rodaje.
Más tarde en fiestas que harían enrojecer al mismísimo Satanás. Luego como
capricho de mujeres adineradas o de sus maridos. Y aún te alcanzaba para
ejercer el amor de forma privada y particular.
Más de 2000 películas. Más de
14.000 mujeres. Más de 3000 dólares diarios de ganancia diaria neta, y millones
de espectadores, espectadoras y parejas que disfrutaron de tu talento en las
salas de cine o en la intimidad de su hogar.
Vale: se te fue la mano con el
alcohol y la cocaína y aquello se reflejó en el manejo de tu herramienta de
trabajo. No es nada de lo que enorgullecerse, pero a muchos artistas les
ocurre. Te desenganchaste, te recuperaste y hasta casi el mismo día de tu
muerte, el 13 de marzo de 1988, volviste a apabullar al mundo con tu
sobresaliente talento.
Eras al porno lo que Picasso a la
pintura, Maradona al balompié o Elvis al rock´n´roll . Sin embargo, John
Holmes, tu nombre jamás figura entre los genios del arte del siglo XX. Quizá
por hipocresía. Quizá por pura y malsana envidia. Quizá porque aún faltaban mil
años, hasta el siglo XXX, para que fueras comprendido en toda tu grandeza y
profundidad.
Empeñados en rastrear la grandeza
de lo mínimo, esta semana aparecerán en la Internacional Microcuentista los
relatos de Enrique del Acebo Ibáñez y Víctor Lorenzo Cinca. Entrevistaremos a Rubén
Abellá y comentaremos el libro Paraísos paralelos, de Eduardo Gotthelf. Como
regalo especial, compartiremos el audiolibro De Fusilamientos, del pionero de
la microficción mejicana Julio Torri.
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