La noche. La niebla. Los incautos. El polvillo, las grietas, las casas derruidas. Las sesiones de espiritismo, la telequinesis, las sábanas blancas. Ser traslúcido, dejar traslucir. Levitar, desvelar. Aparecer, desaparecer, revelarme a medias. Sorber los miedos, provocarlos. Ir de cuarto en cuarto, de pared en pared. Ser definible, indefinible, o ambas cosas a la vez. Como cualquier fantasma que se precie.
Mariángeles Abelli Bonardi, Microrrelato inédito, Neuquén (Argentina).

O ninguna.
ResponderEliminarMe encantó! Y la sutil relación entre el título y el texto: perfecta!
ResponderEliminarmuy bien logrado.
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ResponderEliminar¡Me regustó! Así da gusto ser fantasma.
Pasión de fantasma. En pocas palabras creas una tétrica atmósfera.
ResponderEliminar¡Te felicito Mariángeles! Besicos
ResponderEliminarAgradezco a todos los que me leyeron, desde aquí y desde Twitter, por sus comentarios y por el tiempo de lectura que me regalaron. Al comité editorial de la IM, reitero mi agradecimiento: por la enmienda (mi nombre es mi karma, jaja) y por darme lugar en su prestigiosa revista electrónica. Cariños, Mariángeles