Un hombre que yacía en su lecho de muerte llamó a su lado a su esposa, y le dijo:
-Estoy por dejarte para siempre; dame, entonces, una última prueba de tu afecto y fidelidad. Encontrarás en mi escritorio una vela carmesí, que fue bendecida por el Gran Sacerdote y tiene un peculiar significado místico. Júrame que mientras esa vela exista, tú no te volverás a casar.
La Mujer juró y el Hombre murió. En el funeral, la Mujer se mantuvo de pie a la cabeza del féretro, sosteniendo una vela carmesí ardiente, hasta que esta se consumió por completo.
Ambrose Bierce, Fábulas fantásticas, 1899.
Excelente fábula de Bierce. Es un gusto conocer su obra.
ResponderEliminarFelicitaciones.
El caso es que la vela fue prendida. Poca paciencia la de la esposa.
ResponderEliminarMe gustó.
Un abrazo, Martín.
Las viudas tienen una capacidad de expedición y pronta resolución que siempre me ha encantado.
ResponderEliminarBuenísimo.
Cumplió con todo la dama.
Besos Martín
SIL
Velas al muerto, pero de carabelas para marchar lejos...
ResponderEliminarMuy divertido, sobre todo para la esposa.
Un abrazo
Yo esta historia la hubiera contado al revés. Primero la imagen de la mujer portando la vela carmesí en el entierro. Después la escena del moribundo. Le agradezco a Bierce la sugerencia de un motivo técnico.
ResponderEliminarPABLO GONZ
Fantástica idea, me encantó.
ResponderEliminarSaludos.
Muy bueno, éste sería un micro muy actual
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