Comité Editorial

18 de noviembre de 2014

Varados.

       Igual que lo hacen las ballenas, yo también necesito llenar mis pulmones. El movimiento alerta a mi jefe, que me persigue con la mirada. Antes solía bajar con Matías y Fernando y, entre calada y calada, arreglábamos el mundo, pero a ellos hace tiempo que los despidieron. Ya solo quedamos él y yo, así que enseguida apago la colilla y vuelvo a mi puesto. Y allí permanezco, varado, entre montañas de facturas y gigas de correos electrónicos, como un gran cetáceo, esperando a que la pierna del capitán asome por la puerta del despacho para apuntarme con su arpón, antes de que el barco se hunda.

Ernesto Ortega, La toalla del boxeador, 2012.

3 comentarios:

  1. Un gran micro, diferente. Enhorabuena, Ernesto, por estar por aquí, varado.

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  2. Muy bueno Ernesto, el arpón del despido y la explotación del que queda. Un buen micro.Felicidades.

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