Comité Editorial

19 de enero de 2015

Cenizas

      Como se habían amado tanto, acordaron que, tras la muerte de los dos, incinerados sus cuerpos, sus cenizas se guardasen en la misma urna, y que así mezcladas fuesen esparcidas por su hija en diversos lugares donde habían sido felices.
      Ponerse de acuerdo los llevó mucho tiempo, pero al fin decidieron que serían esta cala, aquella playa, ese jardín, tal lugar de un monte, un pequeño valle montañés, aquel río de aguas transparentes, el prado ante aquella ermita, lugares muy distantes unos de otros, y algunos situados en lugares escarpados, de difícil acceso.
      La hija y su marido, otro matrimonio feliz, comenzaron a cumplir los deseos de la pareja: visitaron la cala, la playa, el jardín, el monte..., depositando en cada lugar una porción de las cenizas. Mas las distancias y los accesos empezaron a hacer cada vez más penosa la obligación, y surgieron disensiones dentre ellos. En el sexto vertido ya estaban muy enfadados. Tras el séptimo y último, se divorciaron.

José María Merino: La trama oculta. Páginas de Espuma, Madrid, 2014.

2 comentarios:

  1. Les pasó por obedientes . No entendieron el principio de que no hay porqué acatar necedades de muertos.
    Hubieran botado las cenizas por la borda y no pasa nada.
    Como hay gente que se hace rollos con la muerte.

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