-Porque en mi cueva tengo el libro de la risa- contestó la hiena.
El bambi pidió verlo y la hiena lo llevó a su cueva. El bambi dijo:
-Quisiera leer ese libro para reír todo el tiempo. ¿Es muy largo?
-Imagínate -dijo la hiena-, tú eres el capítulo cincuenta. Y lo devoro impiadosamente.
-Qué lastima- se dijo la hiena, poco antes de la siesta posterior a la digestión- no poder compartir con nadie el motivo de mi risa.
Marcelo Birmajer, Fábulas salvajes.
Bien Martín, aquí compartió risa y casi el sabor del venadito. Y éso que acabo de desayunar.
ResponderEliminarAunque la risa de la hiena es un personal goce de su maldad.
"Los animales se parecen tanto al hombre que a veces es imposible distinguirlos de éste", K'nyo Mobutu. Según Monterroso, Mobutu era antropófago.
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