Comité Editorial

7 de abril de 2015

La pendiente

     Sólo una hora más y llegamos. La subida se fue haciendo terrorífica. Quizás no era el día indicado hoy, demasiado calor para escalar, y el sol justo encima de las cabezas, aniquila. Pero ya estamos aquí, por suerte no estoy sola y Pedro está conmigo.
     Miro hacia el costado. El precipicio comenzó a insinuarse. Dentro de una hora estaremos a 2.000 metros sobre el nivel del mar. La mochila pesa cada vez más, hasta me dan ganas de abandonarla aquí y subir sin carga. Pero debo llevarla, a eso vine.
     Como con Pedro no podemos hablar, me dedico a recordar letras de canciones para aminorar la marcha. Estoy sintiendo la dureza de las piedras contra la planta de los pies, a pesar de las zapatillas de suela reforzada, especiales para caminatas de montaña.
     Miro el precipicio que se extiende frente mío, desafiante y salvador.
     Ahora lo único que debo hacer es sacar de la mochila los restos del cadáver y arrojarlos por la pendiente. El descenso será cosa de nada.

Lucila Lastero, Regreso en breve, 2015.

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