Sólo una hora más y llegamos. La subida se fue haciendo terrorífica. Quizás no era el día indicado hoy, demasiado calor para escalar, y el sol justo encima de las cabezas, aniquila. Pero ya estamos aquí, por suerte no estoy sola y Pedro está conmigo.
Miro hacia el costado. El precipicio comenzó a insinuarse. Dentro de una hora estaremos a 2.000 metros sobre el nivel del mar.
La mochila pesa cada vez más, hasta me dan ganas de abandonarla aquí y subir sin carga. Pero debo llevarla, a eso vine.
Como con Pedro no podemos hablar, me dedico a recordar letras de canciones para aminorar la marcha. Estoy sintiendo la dureza de las piedras contra la planta de los pies, a pesar de las zapatillas de suela reforzada, especiales para caminatas de montaña.
Miro el precipicio que se extiende frente mío, desafiante y salvador.
Ahora lo único que debo hacer es sacar de la mochila los restos del cadáver y arrojarlos por la pendiente. El descenso será cosa de nada.
Lucila Lastero, Regreso en breve, 2015.
Muy bueno. Gran final. ¡Felicitaciones!
ResponderEliminarExcelente e inesperado giro de tuerca. Me encantó.
ResponderEliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminar