Comité Editorial

22 de octubre de 2012

Novela del yo fortuito

              Al abrir el libro, leo que soy yo quien espera que la luz cambie para poder cruzar la esquina cuando un coche se detiene frente a mí. En el lugar del chofer una mujer de ojos árabes sonríe en silencio. Satisfecha del azar, aguarda a ser reconocida y ya ríe de mi sorpresa. Pero en el mismo instante que la reconozco, en ese proceso absorto de una emoción feliz, por fin la saludo como si en verdad me reconociera a mí mismo. Y cuando de inmediato me despido, riendo ambos en el juego de lo fortuito, sé que esos segundos que saboreo pertenecen a la novela del asombro. Esa promesa se precipita, como una torre de arena que sucumbe. Ella va camino al aeropuerto, yo en cambio al despacho, y nos despedimos como quien duda en qué página debe seguir leyendo.

Julio Ortega, Por favor, sea breve, Páginas de Espuma, 2001.

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