Comité Editorial

2 de noviembre de 2012

Pubertad

            Estoy harto de no tener privacidad. A cualquier hora, papá o mamá cruzan por mi habitación como si yo no existiera. Perdón, llevo prisa, pensé que no estabas, no lo vuelvo a hacer… Y qué decir de mi hermanita, para quien todas las habitaciones son la suya. El otro día fui severamente amonestado: tu actitud es vergonzante y reprobable; aquí nadie guarda secretos; te haría bien confiar un poco en tu familia.
            Desde que nadie usa las puertas en esta casa, somos otros.

José Manuel Ortiz Soto, Cuervos para tus ojos, 2012.

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