Hoy, 30 de octubre, se cumple un año del fallecimiento de Abelardo Hernández Millán (1945-2013), poeta y narrador mexicano. Autor de un par de libros de minificción o "cuento brevísimo" (Cuentos breves y Relatos para armar), también formó parte de libros colectivos del género, como Alebrije de palabras: Escritores mexicanos en breve (BUAP 2013), que se presentó en la sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes un día antes de su deceso. Abelardo alguna vez me comentó por correo que trabajaba en un libro de teoría del cuento brevísimo y compartió conmigo algunos de sus apuntes. Desconozco si tuvo tiempo para terminar su proyecto, pero el día de hoy en la Inter queremos recordar a Abelardo, y qué mejor manera que siendo partícipes de su teoría del microrrelato.
1. Extensión
Para
no hacerles el cuento largo…
La excusa, el pretexto, la justificación o la
pertinencia del cuento brevísimo puede advertirse en opiniones como las siguientes:
Según Poe, “en toda obra literaria se impone
un límite preciso en lo que concierne a su extensión: el límite de una sola
sesión de lectura”. Pero acota: “la brevedad extremada degenera en lo
epigramático: el pecado de la longitud excesiva es aún más imperdonable. In
medio tutissimus ibis”. Para Chéjov,
“en los cuentos es mucho mejor quedarse corto que decir demasiado. Porque,
porque no sé por qué...” Y Horacio Quiroga: “El tiempo es demasiado breve en
esta miserable vida para perderlo de un modo más miserable aún”.
Claro que Poe se refiere a una sesión de lectura, pero no aclara si se trata de una sesión corta, media o larga; dicho de otro modo, no especifica qué tan breve es la brevedad. Chejov nos convence más, pues no podemos estar en desacuerdo con su planteamiento: es mejor el cuento corto, aunque no se sabe por qué. Y Quiroga nos resulta el más implacable y contundente.
Claro que Poe se refiere a una sesión de lectura, pero no aclara si se trata de una sesión corta, media o larga; dicho de otro modo, no especifica qué tan breve es la brevedad. Chejov nos convence más, pues no podemos estar en desacuerdo con su planteamiento: es mejor el cuento corto, aunque no se sabe por qué. Y Quiroga nos resulta el más implacable y contundente.
¿Qué extensión debe tener un cuento
brevísimo? Algunos autores mencionan la cifra de 250, 400 o 500 palabras. Guillermo
Samperio opina que no debe pasar de media cuartilla. Bien, tenemos aquí un
límite superior, pero nos falta un posible límite inferior. Al respecto, en
algunas convocatorias de concursos se especifica que la extensión de un cuento
breve oscila entre un enunciado (propuesta de límite inferior) y mil caracteres
(aproximadamente media cuartilla). Ejemplo de lo primero sería el conocido
cuentito de Monterroso; ejemplos de lo segundo serían muchos de los textos de
Julio Torri y de Juan José Arreola.
El problema del criterio de Samperio es que si, por ejemplo, escribimos un cuento cuya extensión sea de tan sólo un enunciado, estaríamos inaugurando un nuevo género: el cuento brevísimo corto (o quizá el nanocuento). O si escribimos un cuento de una cuartilla exacta, tendríamos ante nuestros ojos el nuevo género de cuento brevísimo largo. Y si excediéramos la media cuartilla, entraríamos a los terrenos del cuento ya no brevísimo, sino solamente breve.
¿Qué hacer entonces?
Escribir el cuento a la manera de dar vida a
un hermoso árbol que crece sin medida. Sólo para luego, habiendo quitado ya las
esferitas de Navidad, tomar las tijeras
y podar y podar hasta dejar solamente la esencia del cuerpo vivo, el bonsai
escueto y conciso.
2. Estructura (del título, las partes del cuento y su secuencia)
Un cuento brevísimo puede o no tener título. Ello depende del propósito del autor. Si va a estar presente, el título debe servir al mejor logro del texto. Puede estar como elemento complementario o como elemento enigmático, pero nunca como anuncio del contenido del cuento.
La parte inicial comprende la primera frase. La parte media es la
argumentación o trama del cuento; abarca desde el principio de la segunda frase
hasta las palabras “...fruta o un poco de agua”. La parte final comienza a
delinearse en la penúltima frase y termina en la última.
2. Duro oficio
2. Estructura (del título, las partes del cuento y su secuencia)
Un cuento brevísimo puede o no tener título. Ello depende del propósito del autor. Si va a estar presente, el título debe servir al mejor logro del texto. Puede estar como elemento complementario o como elemento enigmático, pero nunca como anuncio del contenido del cuento.
“…el cuento comienza con el título y termina con el punto final. El
título cumple diversas funciones: moraliza, ornamenta, define un tema,
clasifica un género, promete un tono, prepara una sorpresa, incita la
curiosidad, nombra al protagonista, destaca el objeto más significativo,
expresa un arrebato lírico, juega con una ironía” (Zavala: 361).
La extensión de un cuento brevísimo puede variar entre un enunciado y
mil a mil quinientos caracteres, aproximadamente.
Pero cumplir este requisito no asegura aún nada. Es necesario, además,
tomar en cuenta la estructura del
microrrelato; aunque lo importante es primero escribirlo y luego fijarse en lo
concerniente a su estructura.
Tal estructura se
refiere a las partes componentes del texto ¿Inicio, desarrollo y desenlace?
Esto haría lo que Samperio llama un cuento “de tres tiempos” (Samperio: 100);
habiendo también, sin embargo, cuentos de dos tiempos (un antes y un después en
relación a una cierta referencia) y hasta de cuatro (planteamiento; problema,
conflicto o nudo; desarrollo y final) (Samperio: 100-110).
¿Habrá cuentos
brevísimos de cinco tiempos? Por sus características específicas de extensión,
es de dudarse.
Al parecer,
entonces, en las minificciones pueden estar presentes tres tiempos: inicio,
parte media y final; aunque: 1) no necesariamente aparecen todos en el texto;
2) ni tampoco en ese orden.
Acerca del inicio
opina Juan Bosch: “Es en la primera frase donde está el hechizo de un buen
cuento; ella determina el ritmo y la tensión de la pieza” (Zavala: 262).
Horacio Quiroga pondera positivamente la necesidad de comenzar bien el cuento.
Dicho inicio debe suscitar preguntas acerca de lo que se está diciendo; preguntas
que el lector espera despejar durante la lectura del cuento.
La parte media –o
desarrollo- contiene las frases que conectan el principio con el final. Reúne
el conjunto de argumentos que ayudan a que el cuento se sostenga.
Puede haber finales
abiertos, lo que puede significar que el cuento puede seguir en otro o en una
serie temática; o que no se quiso dar el remate esperado a la narración. O,
como en la mayoría de los casos de cuento brevísimo, el final debe ser cerrado
y, sobre todo, inesperado, sorpresivo y contundente.
Ejemplos
de –y comentarios a- cuentitos tripartitas:
1. Tácticas gastronómicas
1. Tácticas gastronómicas
Los meseros están muy
atareados y no les queda tiempo para comer. Se han puesto de acuerdo para que,
cuando uno de ellos pasa por el corredor con las manos ocupadas de charolas con
alimentos, otro lo espera con las manos libres y un trozo de carne, pan, fruta
o un poco de agua. Así, de manera sincronizada, el primero abre la boca y el
segundo introduce la ración previamente preparada. Luego intercambian turno.

2. Duro oficio
Su oficio consistía en endurecer
y enderezar los pezones de las bailarinas del cabaret topless que entraban a
efectuar su número. Para ello debía untarse las yemas de los dedos índices con
una sustancia especial. Las esperaba a la entrada del foro y, una por una,
masajeaba, apretujaba y jalaba sus pezones hasta que mostraban a la vista una
adecuada dureza y una erección aceptable. Entonces tocaba el turno a la
siguiente. Con la práctica que otorga el tiempo, llegaría a realizar su labor a
dos manos.
Aquí están más claramente marcados lo que corresponde al inicio (la
primera frase); la parte media (del inicio de la segunda frase hasta las
palabras “...a la siguiente”; y el final (la última frase).
Ejemplos
de textos que quizá no sean cuentos.
3. Inquilino
3. Inquilino
Cinco años después de haber llegado a vivir a la vieja
casona, William Faulkner abrió la ventana de su cuarto y contempló el paisaje.
El inicio no
aparece, aunque queda como referencia. Casi todo el cuentito es sólo un final.
4. Estratega
Apenas al inicio del tercer tercio de la corrida pensó el
toro: «Mejor me hago buey y no embisto; así, aunque pase por cobarde, me
tendrán que regresar a los corrales y podré seguir montando vacas toda la vida».
Sólo presenta
inicio y final, sin parte media.
5. Gravedad
Pobres de nosotros, que tenemos que vivir pegados siempre
al suelo; envidiando a patos y a pelícanos, que pueden caminar, nadar, volar...
Aparecen parte
media y final; el principio no existe.
6. Capitalismo
Bendita sea la propiedad
privada de las cosas y la existencia del dinero que me permiten a mí, humilde
mortal, ser dueño de un pedazo de planeta, incluidos, por el mismo precio, sus
giros sobre sí mismo y sus interminables vueltas al Sol.
Sólo está presente
el final. Están ausentes el inicio y la parte media.
7. De Tito Monterroso
"Cuando despertó, el
dinosaurio todavía estaba allí".
Desde un punto de
vista desmitificador, se trata de un final de cuento, no de un cuento completo.
El principio podría ser el siguiente:
Soñó que lo perseguía un enorme monstruo a través de un
bosque.
El desarrollo o
parte media:
El pánico le hizo razonar y optó por despertar.
Bibliografía
Zavala, Lauro (comp.), 1993, Teorías del cuento I. de los cuentistas,
México, UNAM, Samperio, Guillermo, 2002, Después apareció una nave. Recetas para
nuevos cuentistas, México, Alfaguara.
Interesante propuesta vista desde la didáctica para escribir minicuentos.
ResponderEliminarSaludos.