Cada año, los días 1 y 2 de noviembre las almas de los muertos vuelven a visitar a sus seres queridos. Quizá aquellas que respetan las tradiciones se apeguen al asueto, pero habrá otras que quizá nunca se vayan y convivan con nosotros en el día a día. ¿Cómo saberlo? El apego a la vida es fuerte. Por eso, en la Inter recibimos a nuestros muertos con microrrelatos en los que seguramente se verán reflejados como fantasmas, vampiros, aparecidos... o lo que cada lector quiera imaginar.
Caso Policíaco en México
Caso Policíaco en México
El sorprendido perito forense encontró debajo de la sábana blanca una sábana blanca baleada.
—¿Dónde está el cadáver, comandante?
—El desaparecido era un fantasma, señor.
Roberto Omar
México
El educado
El fantasma que me visita por las noches golpea la puerta antes de entrar.
Camilo Montecinos G.
Chile
Día de los muertos
Mientras los liliputienses hacen procesiones o salen a comer fuera de sus casas, los hospitales se llenan de ruidos y los muertos retornan a sus viviendas. Cuando los inquilinos vuelven, perciben un olor a tortas fritas en el aire y al cerrar los ojos, por momentos, sienten ese olor a crema de rosa mosqueta de la abuela.
Juan Manuel Montes
Argentina
El periódico
El vagabundo transita por las calles, busca el periódico que le brinde la información del día. Pasó toda la semana leyendo sobre huelgas, paros y robos sin inmutarse. Llegado el día domingo, levanta el suplemento Solo 4 publicado el día anterior, y que titulaba: «Juan Parra del Riego: a 100 años de su muerte reviven sus obras».
Sólo así pudo enterarse de que fue un escritor famoso.
Beto Benza
Perú
La puerta
Calle oscura. Un camión sin luces se detiene sobre los panzudos adoquines. Pausa. Pausa. Y un hombre salta de la cajuela. Joven, con la cabeza rapada y un largo abrigo. No lleva maletas ni armas. Mira hacia el camión que se aleja. Al fondo, arropado por las sombras, resuena el canto de un ave, oscuro. Estupor. Estupor. Y el primer paso hacia la puerta. «Sitúese ante la puerta y espere». «¿A qué?» «Sitúese ante la puerta y espere». El hombre entonces lo hace. Silencio mineral. Y los lentos taconazos que se acercan. ¿Calle larga? ¿Fingimiento? Una sombra densa oscurece su sombra. «¿Es usted un hombre prudente?», pregunta la voz a sus espaldas. «No podría asegurarlo», dice él volviéndose. Un hombre de cabeza grande y boca grande. Vestido por completo de blanco. Manos desnudas. Sin nudillos. Parece un bebé gigante. Es un bebé gigante. «Sitúese ante la puerta y espere». «Eso estaba haciendo». «Muy bien». Y el bebé comienza a pronunciar su grave silencio. Un minuto. Dos. Sepulcros dormidos. Trenes quietos. Y de nuevo la voz: «¿Es usted un hombre apasionado?» «No podría asegurarlo». «Muy bien». Pero la puerta cerrada, aún. ¿Preguntar? No. Pensará de mí que soy imprudente. ¿Volverme y ofrecer la mano? No quiero revelar mi pasión. «¿Es usted un hombre miedoso?» «Sí». «Muy bien». Y entonces la puerta se abre.
Pablo Gonz
España-Chile
La amante ideal
Tanto lo había fantaseado las veces que mujeres prácticamente desconocidas lo besaban con aumentada pasión, que hasta le resultó familiar el doble punzar de los colmillos en su cuello.
Dos de noviembre
Esta noche jugamos a cambiarnos de tumba.
Tanto lo había fantaseado las veces que mujeres prácticamente desconocidas lo besaban con aumentada pasión, que hasta le resultó familiar el doble punzar de los colmillos en su cuello.
Hugo Valdés
México
Dos de noviembre
Esta noche jugamos a cambiarnos de tumba.
Alberto Sánchez Argüello
Nicaragua
Veta infinita de humor.
ResponderEliminarLa muerte es chistosa.
Por éso las calaveras se quedan sonriendo hasta que se vuelven polvo.