Yo no sé si puedo hablar de mi proceso creativo. Más bien tengo dudas sobre él: me gustaría mucho saber cuándo una idea (sensación, impresión, tono, frase) acabará cuajando en un relato o una novela, y cuándo no. A menudo, cuando uno está en fase receptiva, un comentario pillado al vuelo en la calle conjura un microrrelato rápido y cabal, por ejemplo. No es extraña la llegada del estímulo; lo extraño es que unas veces el proceso sea contundente y derive enseguida en un texto bastante sólido (aunque reclame sucesivas correcciones, pues yo corrijo exhaustivamente) y que, en cambio, otras se quede colgando de una fina hebra en precario equilibrio, a punto de despeñarse por un camino de voluntades frustradas.
Todos tenemos abortos, y como en la vida real, se esconden. Abundan los libros, entrevistas, cursos y conferencias de grandes empresarios que ofrecen la fórmula del éxito, pero no hay un registro de errores, de comercios en quiebra. Al fin y al cabo ese esfuerzo frustrado forma parte del aprendizaje. La ventaja de los abortos literarios es que, si se los deja en paz durante el tiempo suficiente, se pueden recuperar del cajón de los desastres más adelante. Y ese destapar la caja de Pandora tiene el sabor emotivo del reencuentro: hay allí algo de nuestra identidad, renace aquel sobresalto del amor a primera vista y se descubren virtudes olvidadas que (a lo mejor) resultan la mar de aprovechables.
Sin embargo, no parece saludable insistir demasiado en los textos fallidos. Uno no debe creerse catalizador de la genialidad humana y pensar que cada gota que destila es digna de un premio de enología. Hay que saber perder, romper, tachar, y sobre todo, mirar. La mirada es lo que más me interesa en este momento. El punto de vista, el tono. Una alumna me dijo tiempo atrás que “nunca podría dejar de ser ella”. ¡Afortunadamente! Alguien capaz de enfocar con humor cualquier situación y arrancar risas en sus lectores les está prestando unas nuevas gafas para ver el mundo. ¿Y no era eso la literatura?
En definitiva, mi proceso consiste en buscar lo estrictamente formal y racional y además lo propio, que es lo más difícil. Todo lo que tiene que ver con nuestra esencia interior es extraordinariamente complejo. Supongo que definirse en cualquier tipo de arte es tan arduo como hacerlo en la vida misma, pero no hay otra alternativa que seguir indagando, tanteando límites, asumiendo posibilidades.
Susana Camps Perarnau es licenciada en Filología Hispánica y doctora en Traducción. Ha publicado crítica literaria, entrevistas y artículos de investigación, la novela El sueño robado (Montesinos), el estudio La literatura fantástica y la fantasía (Mandadoria), relatos y microrrelatos.
Y además de todo que lo haga con la sinceridad y maestría de la que ella es capaz.
ResponderEliminarGracias por traerla hasta aqui.
Un placer encontrar a Susana Camps Perenau en esta sección, gracias
ResponderEliminarTodo mi cariño y admiración para ella.
Igualmente digo que es un placer encontrarte y leerte y aprender de ti y contigo, Susana, maestra.
ResponderEliminarSaludos.
He leído tu libro de microrrelatos "Viaje imaginario al archipiélago de las extintas" y ahí se puede encontrar ese esfuerzo del que hablas por buscar lo propio. Tus cuentos son distintos, algunos incluso difíciles, que muestran lo profundo que está en tu interior y el trabajo por sacarlos a la luz.
ResponderEliminarDesde luego, tienes un enorme poder de convicción. Besos
ResponderEliminarEs un gusto aprender de ti. Lo que uno es capar de aprender está seguro de que tiene garantía de calidad. Y eso no es lo mejor, lo mejor para mí es que te tengo entre mis amigos.
ResponderEliminarUn besazo.
Muchas gracias Elena, Patricia, Anna, Ximens, Gemma y Miguelángel, por pasar y dejar este lujo de comentarios. Con amigos como vosotros se puede pasear a gusto por la vida... ¡Besos!
ResponderEliminarTe estoy descubriendo, pero lo que he visto hasta ahora me gusta mucho.
ResponderEliminarBesos.
Me gusta lo de que no hay ningún libro de quiebras. Deberíamos escribirlo ya ;-)
ResponderEliminarMe encanta Susana, como dice Elena, con esa sinceridad.
Abrazos
¡qué difícil es el proceso creativo, unas veces sale, dejándose llevar y otras no! Me encanta ver por aquí a mi amiga Susana, con su transparencia, su estilo limpio y preciso y ese trabajo constante. Besos
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